Fracasa el “plebiscito” catalán; sigue el soberanismo en el Parlamento y se desfonda Rajoy
Miguel Massanet Bosch. Una de las famosas leyes de Murphy reza así: “Cualquier intento de no hacer nada para no empeorar las cosas saldrá mal” y, difícilmente, encontraríamos una frase más atinada para describir lo que, el señor Rajoy y su ejecutiva, han hecho para evitar, con su mayoría absoluta en las dos cámaras y cuatro años de legislatura por delante, para impedir que el problema catalán haya adquirido tanta virulencia, se haya enquistado en semejante cáncer, de una malignidad difícilmente previsible, y evitar que la situación política en Catalunya se le haya puesto tan cuesta arriba para el PP local, a pesar de que, a destiempo, como suele ocurrir con las decisiones de la Moncloa, se decidiera sacar de en medio a la señora A.Sánchez ( una verdadera nulidad como política) para poner a un voluntarioso, eficaz y,. por desgracia para la causa de las derechas, poco apoyado por el resto de la maquinaria del partido, que parecía más dispuesta a ponerle la zancadilla ( véase el absurdo, impropio y aceptado a regañadientes por el candidato, cara a cara en la TV entre el señor Margallo y el señor Junqueras; del que, indudablemente, el separatismo catalán sacó abundante provecho y munición propagandística para conseguir más apoyo ciudadano) que a prestarle ayuda en su labor, señor García Albiol que, aunque ha conseguido mejorar los escasos 6 escaños que las encuestas le pronosticaban al PPC, en marzo, consiguiendo unos meritorios 11 escaños; es evidente que no han sido suficientes para evitar el sonrojo de haber perdido 8 escaños respecto a las elecciones del 2012.
En todo caso, los resultados de la elecciones autonómicas, tan jaleados, magnificados y, como es habitual en quienes, a falta de razones y argumentos, utilizan la demagogia para ocultar las malas noticias; ha sido evidente que la mayoría de votos que pedía don A.Mas para apoyar la causa independentista, no se ha producido; ni tan siquiera han conseguido llegar a un 50%, porque se han tenido que conformar, y aún así, incluyendo los votos de la CUP (una partido comunistoide que ya ha dicho que, a día de hoy, no se dan las circunstancias requeridas para hablar de una declaración de independencia de Catalunya de España; un discreto 47’8%. CDC y ERC apenas han sobrepasado el 39% de votos. Debemos reconocer que se han producido resultados verdaderamente sorprendentes, que han sobrepasado todas las previsiones que, las diversas encuestas que se llevaron a cabo en el periodo preelectoral. El caso de Ciudadanos (que ha sorprendido al mismo A.Ribera), ha resultado espectacular, en la línea de progreso que viene experimentando esta formación desde la pasada elecciones andaluzas, logrando alcanzar los 25 escaños, cuando en los anteriores comicios sólo consiguieron 9.
En el bando opuesto, sorprende el parco resultado de los patrocinados por Podemos con el señor Franco Rabell al frente. El propio Iglesias se ha lamentado de ellos y es muy probable que, el soufflé comunista que parecía que se iba a comer España de un bocado, en definitiva, se acabe desinflando como un buñuelo de viento pasado. Por el contrario, la CUP de Antonio Baños, ha más que triplicado sus anteriores resultados y es muy posible que, si siguen manteniendo su actual postura contraria a la declaración de independencia de los catalanes, los de CDC y los de ERC tengan problemas para conseguir la mayoría en el Parlamento y, es evidente, que les va a salir cara, en el aspecto político, la ayuda de los comunistas para obtener la tan ansiada mayoría. En todo caso, lo que sí es evidente es que el proyecto soberanista va a experimentar un considerable retraso y estará por ver si, el anunciado “Proceso constituyente”, se vaya a poder poner en marcha con la rapidez que quisieran las más impacientes.
En todo caso, el aldabonazo que, el señor J.Mª Aznar , ha propinado a la puerta de la Moncloa, para que lo escuche su actual inquilino, se puede considerar como una verdadera carga de profundidad y una advertencia severa para que Rajoy reaccione, se ponga las pilas y se deje de sus retrasos, gallegadas y ambigüedades, para tomar las decisiones firmes y enérgicas que, en estos momentos, hacen falta para impedir que la inyección de optimismo que el resultado de estas elecciones ha provocado a la mayoría de catalanes, que las han considerado como un triunfo del independentismo debido a que, tanto la prensa como los líderes del Junts pel Sí, les han hecho creer, vendiéndoles que la superioridad de escaños, en el Parlamento catalán, era el equivalente a la mayoría plebiscitaria en la que ellos basaban el espaldarazo que querían recibir el pueblo catalán.
Y es que, señores, muchos ciudadanos de a pie, que no vemos con suficiente claridad las actuaciones de nuestros políticos, podríamos llegar a pensar que, lo que llevan entre manos el señor Rajoy y su equipo de gobierno, es darle largas al asunto catalán, mientras transcurren los meses que restan hasta las próximas elecciones legislativas del mes de Diciembre, de modo que tuviera que ser el próximo gobierno que surgiese de las urnas el que tuviera que decidir sobre tan espinoso tema. No queremos creer que esto pudiera suceder pero, vista la tolerancia que el Gobierno de la nación viene teniendo con los incumplimiento de las sentencias de los tribunales por la Generalitat, la osadía con la que se enfrentan a la Constitución, la desvergüenza con la que se burlan de las Cortes españolas y la forma en la que se gastan el dinero que reciben de España en pagar embajadas, subvencionar actividades secesionistas y crear organismos paralelos para cuando sean una nación independiente; nos cuesta mucho entender que, cuando llegue el momento en que se deban de amarrar los machos para suspender la autonomía catalana en virtud del Artº 155 de la Constitución o, si las cosas fueran a peor, acudir al artículo 8º para impedir que la revolución catalana pudiera poner en peligro, no sólo la unidad de España, sino que, como ya viene advirtiendo el señor Urkullo del País Vasco, otras autonomías quisieran seguir el mismo derrotero que ahora está intentando utilizar la comunidad catalana.
El señor Aznar, con la lucidez que le caracteriza, ha puesto los puntos sobre las íes cuando le ha dicho al señor Rajoy: “El proceso secesionista va a continuar y va a continuar más radicalizado porque los radicales tienen más fuerza”. Ahora van a venir tiempos difíciles para los españoles que vivimos en Catalunya. Los aburguesados miembros de CDC, acostumbrados a imponer su ley van a quedar a merced de ERC, de los de la CUP y los de la ANC o el Omnium C. que han quedado integrados en la lista conjunta y que han salido elegidos. No le va a resultar fácil a don Arturo hacerse reelegir y, aún que lo consiguiera, es evidente que sus decisiones van a quedar mediatizadas por las izquierdas. Otras distintas de las de Podemos, de Ada Colau, pero, al fin y al cabo, izquierdas, con todos su tópicos anticapitalistas, contrarios a los empresarios, restrictivos de la propiedad privada, antidesahucios y siempre dispuestos a tomar medidas, tan absurdas, como las que utiliza la señora Colau, cuando les pone trabas a los cruceros de turistas o ha decidido establecer una moratoria para que, los establecimientos de turismo, que lo deseen, no puedan poner en marcha sus instalaciones, aunque ya tuvieran el correspondiente permiso para hacerlo.
O así es como, desde Catalunya, vemos como el PP parece que es incapaz de tomar la iniciativa, se ve sorprendido por unos resultados que no tenía previstos y sigue en su deriva de intentar ocultar los numerosos casos de corrupción que se han ido descubriendo, atenazados por sus propios errores y convirtiéndose en los verdaderos responsables de que tanto el PSOE del señor Sánchez como los Ciudadanos del señor Ribera, hayan conseguido comerles el terreno y amenacen con desbancarlos del gobierno, algo que, seguramente, si Dios no lo remedia, podría significar el principio del ocaso de este partido, tan necesario para España, de centro derecha. Y todo por la pasividad, la falta de energía y decisión de unos señores que no han resultado ser tan listos como llegamos a pensar. El futuro de España está puesto en cuestión y, todos los vientos parece que vienen soplando en la misma dirección: el fracaso de nuestra incipiente recuperación.