Francia, paradoja europea
Paz Pálla. 21 de mayo. Con las elecciones al Parlamento Europeo cada día más cercanas, los sentimientos diversos empiezan a florecer en las 27 naciones. Francia, madre de la Unión, también tiene campos floridos de dudas e incertidumbre. La paradoja francesa sigue su rumbo desde que en 2005 votara en referéndum contra la Constitución comunitaria. Hoy, líderes locales y nacionales franceses insisten en que la Unión Europea es el destino y futuro de Francia. Pero los ciudadanos no parecen estar tan seguros de ello.
De nuevo la crisis económica suscita mayores tensiones, y sobre todo parece radicalizarlas. En lo que al manejo de la Unión se refiere, Francia ha pasado con el tiempo de un papel protagonista –casi monopolista- a un papel, no secundario, pero más compartido. El reparto de poder que conlleva ser un veintisieteavo de un gobierno transnacional obliga a dejar de lado egoismos nacionales y a trabajar para el bien comunitario, lo que no siempre significa el bien individual. En Nancy, los trabajadores ya no parecen querer sacrificarse por el bien común. En una manifestación organizada por la CGT (Confederación General del Trabajo), muchos franceses habiendo recientemente perdido su empleo en la fábrica de Michelin, marcharon insistiendo en que las fábricas estaban deslocalizándose a paises de Europa del Este donde la mano de obra es más barata, y quitandoles así su trabajo para dárselo a trabajadores Polacos. Los políticos resisten e insisten en que no es así, pero la duda y el rencor de los ciudadanos no se dispersa facilmente. El sentimiento francés parece estar resumido por la frase pronunciada por un pensionista de Normandía: “Francía se empobrece por culpa de la Unión Europea”.
Al fin y al cabo, la duda y paradoja francesa es síntoma de las inseguridades nacionales y de la grave crisis económica de las cuales somos víctimas todos los miembros de la Unión. El 7 de junio veremos como compartir la toma de decisiones, y el tener que poner a la Unión primero afectará el voto francés.