GALDÓS Y LA IGLESIA CATÓLICA (100 AÑOS DESPUÉS)
Entre el público general y más en algunos círculos de intelectuales burgueses y socialistas autodenominados progresista, se suele presentar a Galdós, sin más matizaciones, casi como un furibundo anticlerical laicista sin más. La postura real de Galdós ante el Cristianismo en general y ante la Iglesia Católica en particular no es tan simplista como quiere hacer creer quienes adolecen de una visión de conjunto de su intensa y extensa obra narrativa. Para centrar bien esta problemática se debe analizar el periplo existencial del autor de Fortunata y Jacinta. Galdós en su infancia y adolescencia recibió una educación fundamentada en los valores morales y religiosos tradicionales, como nieto de un secretario de la Santa Inquisición, sobrino de un sacerdote católico, e hijo de un coronel del ejército español que luchó contra Napoleón. Estos valores tradicionales y católicos en los que severamente fue educado entraron en crisis cuando se traslada a Madrid en plena juventud para seguir la carrera galeno. Allí entra en contacto con los ambientes intelectuales de la revolución de 68 y del ascenso de la burguesía liberal burguesa. Este contacto con el Madrid intelectual y revolucionario se percibe en su primera gran novela de tesis Doña Perfecta, en donde de manera simplista y maniquea presenta dos mundo antagónicos, simbolizados en dos personajes Doña Perfecta y su antítesis radical Pepe Rey. Doña Perfecta es el prototipo del mundo tradicional y oscurantista y fanático; crítica sectaria contra todo los signifique religiosidad; Pepe Rey es la antítesis, es el héroe de la novela, dotado de las maravillosas cualidades, de mentalidad ilustrada y progresista, su profesión de ingeniero es lo más opuesto al intelectual eclesiástico Don Inocencio, que proviene del mundo tradicional. El asesinato de Pepe Rey por maniobras asesinas de Doña Perfecta supone el triunfo temporal del oscurantismo.
Esta visión tan negativa de los valores religiosos, queda claramente superada en su posiblemente mejor novela Misericordia que se encuadra en el movimiento espiritualista que se da en Europa debido a la influencia de la novela rusa de Tolstoi con su vuelta a los valores cristianos de la ortodoxia rusa, como se nota en Guerra y Paz. Galdós abandona sus anteriores prejuicios anticatólicos. Matizando sus críticas a las intromisiones políticas del clero, apuesta con total claridad por una dimensión transcendente y religiosa del ser humano; se identifica por lo menos conceptualmente con el Espíritu Evangélico de las Bienaventuranzas. Partidario de un cristianismo liberal por su proximidad a la Institución Libre de Enseñanza, que promovía un una visión cristiana no institucionalizada en el marco de una sociedad laica pero nunca laicista. Para Galdós la auténtica fe religiosa no es enemiga del progreso. Según iba acercándose al final de su vida, más le preocupaba el misterio de la vida y la muerte. Sus críticas a las intromisiones políticas del clero, no le impedían reconocer las virtudes de los cristianos sinceros y consecuentes. Prefería el compromiso práctico de los cristianos que permanecen en el mundo aliviando las cuitas de los más vulnerables, al recogimiento de los contemplativos. El mismo título y protagonista de la novela están basados en el salmo bíblico 69: “Yahvé, Benigna es tu Misericordia”.
Fidel García Martínez