Principal

Diario YA


 

Garzón y Bermejo, tal para cual

Eduardo García Serrano. 15 de febrero.

Al Partido Popular y a su ristra de chorizos de Cantimpalo le sobran razones, todas ellas fundamentadas en el tan cacareado Estado de Derecho, para recusar al juez Garzón, togado enchulado que se ufana sin pudor de ser un juez de izquierdas, como si tal imbecilidad sectaria fuera un plus a la hora de hacer justicia. Baltasar Garzón, la Castafiore de la Audiencia Nacional, tiene un jefe que es aún más chulo que él: Mariano Fernández Bermejo, comisario político al mando del absolutamente prescindible Ministerio de Justicia, cuya gran misión judicial es, según él mismo dijo, “luchar contra los hijos después de haber luchado contra los padres” (de la derecha española, se entiende).

¿Quiénes son estos dos milicianos de izquierdas que comparten cacería y que quieren mandar al taxidermista a la plana mayor del PP? “Por sus hechos los conoceréis”. Mariano Fernández Bermejo es ese genuino hortera socialista, representante de la exquisita podredumbre de la izquierda de la hoz y el martini que, siguiendo el protocolo del expolio de los fondos públicos, se gastó 250.000 euros para reformar el ático al que se mudó recientemente y que, por la magnitud de la “chapucilla”, su anterior inquilina, la compañera María Antonia Trujillo, debió dejar como un muladar de milicianas socialistas después de una bacanal de sangre y sexo de la Pasionaria. A Mariano Fernández Bermejo, a la sazón comisario político de justicia, le gustan en exceso la comodidad, la buena vida, y gozar de todos los placeres del poder. Este sans-culott del PSOE se tiene a sí mismo por una criatura heráldica, con el derecho a poner a merced de su idiotez los recursos patrimoniales y de la tesorería del Estado para vivir con un lujo vergonzoso mientras predica la igualdad socialista paladeando el mayor de los placeres, el de ser culpable y sentirse libre. Culpable de falta de decoro por gastarse en un capricho personal un dineral público, equivalente a dos hipotecas de las que asfixian a cuatro millones de parados que el gobierno, del que él forma parte, ha creado. Claro, que el tal Bermejo, no merece mayor gloria que el escarnio de ser ministro de Zapatero, lo cual es redundante.

El otro cazador de derechistas, Baltasar Garzón, presume mucho de su independencia. Independencia que, incluso en su mera apariencia, está tan íntegra como el virgo de la Bernarda desde que la puso en almoneda como mercadería política en una lista electoral del PSOE al ir, siendo políticamente un don nadie, nada menos que de número dos por Madrid, justo detrás de Felipe González. Luego, cuando el dou des -doy para que me des- no funcionó y Felipe le humilló, Garzón convirtió su resentimiento en un asunto público y, con la furia insolente del subordinado que cree valer más que su jefe, se revolvió contra el PSOE. En todo lo que Garzón hizo desde entonces hasta la llegada de ZP al poder se veían las profundas cicatrices que Felipe González le dejó. Hace muchos años que Garzón perdió la independencia que ahora reclama. Lo que nunca tuvo don Baltasar es sapientia, que en latín significa, al mismo tiempo, sabiduría y prudencia. 

Etiquetas:eduardo garcía serrano