Gastronomía
José Luis Jiménez. 19 de enero.
Una plataforma acoge una curiosa mezcla de hombres. Unos, ataviados de casaca azul, pantalón blanco y morrión de granadero. Otros, con el clásico atuendo de cocinero y armados de enormes cucharas y tenedores de madera. Los primeros se acompañan de tambores, los segundos de barriles. A ellos se une un grupo de músicos. Son los componentes de la "Sociedad Gaztelubide" que desde 1934 abre la Tamborrada. A los acordes del himno de San Sebastián, compuesto por Sarriegui, inicia su recorrido por la ciudad. A partir de ese momento son 24 horas ininterrumpidas de desfiles y sana alegría. Miles de hombres y mujeres tomarán las calles en uno de los espectáculos más bellos, curiosos y apasionantes que se organizan en nombre de la tradición. La clausura tiene el mismo escenario pero, en este caso, los protagonistas son los componentes de la "Sociedad Unión Artesana", fundada en 1870. Durante 24 horas habrán desfilado miles de componentes de las distintas tamborradas. A las 12 horas del día 20 toma la salida, desde el Ayuntamiento, la tamborrada infantil; más de 5000 niños y niñas que lucen vistosos uniformes napoleónicos.
La fiesta de la Tamborrada no sería posible sin la existencia de las sociedades gastronómicas, uno de los elementos populares de Donostia. Dos de las más ilustres son Gaztelubide y Unión Artesana. Su nacimiento, a mediados del siglo XIX, reflejó un espíritu festivo. Cocina, despensa y bodega son sus símbolos.
San Sebastián, una de las ciudades más bellas de España, está recostada entre los montes Igueldo, Urgull y Ulía, en la desembocadura del río Urumea, que busca afanosamente los brazos del Cantábrico. Allí se extiende desde hace unos doce o trece años una nueva playa, la Zurriola, a cuyos pies se levanta el Palacio de Congresos Kursaal, obra de Moneo. Con las de la Concha, uno de los espacios naturales de enorme belleza, y Ondarreta, conforman una trilogía dorada. Donostia, por su estructura, invita al paseo. La peatonalización de una serie de calles permite disfrutar más a fondo de la misma. En su casco viejo, al lado del mercado de La Brecha, el más emblemático y con arraigo de la ciudad, tiene su sede uno de los sellos de la música española, el Orfeón Donostiarra. El mercado tuvo una controvertida remodelación y hoy es un animado centro comercial que incluye el tradicional mercado. En él es posible ver a los más populares cocineros de la ciudad realizando sus compras. Hace años, Alain Ducasse, el cocinero que tiene más restaurantes con estrella Michelin en el mundo, me comentó, en una entrevista que le hacía en Monte Carlo, que siempre que iba a San Sebastián, relazaba una visita al citado mercado, que era un auténtico placer. Y ya metidos en confidencias, que había productos españoles de los que se confesaba rendido admirador y uno de ellos lo empleaba habitualmente en sus restaurantes, en una época en que esto no era muy habitual, el jamón de cerdo ibérico.
San Sebastián ofrece una enorme variedad de magníficos restaurante, así como sus cercanías. Y uno de los grandes placeres culinarios que se pueden realizar es el hacer un recorrido por los establecimientos que ofrecen los "pinchos" que se han convertido en un auténtico estandarte. Y no sólo en el casco viejo, aunque esa visita no hay que perdérsela. Desde aquí me emplazo a preparar un artículo sobre esta materia en otro momento.
Pero no quiero dejar de pasar este momento para tener un recuerdo emocionado de quien fue un muy buen amigo, y al que vi personalmente por última vez con motivo de una fiesta de la tamborrada, Gregorio Ordóñez. Dentro de los actos que se organizan, uno de los momentos principales es la entrega del "Tambor de Oro", que se realiza de forma muy solemne en el Ayuntamiento a aquella persona que haga una labor destacada de promoción de la ciudad. El año al que hago referencia fue galardonado el gran maestro de cocineros Luis Irizar. Después del acto protocolario tuvo lugar un almuerzo que le ofrecía al maestro una sociedad gastronómica. Allí se presentó Gregorio, que tenía muy buena relación con Irizar. Estuvimos charlando un buen rato de varios temas, entre ellos, aparte del gastronómico, por el que sentía gran debilidad, por el de los toros. Gregorio Ordóñez, desde su puesto en el Ayuntamiento donostiarra, fue el gran impulsor de la creación de la plaza de toros, de uso polivalente, de Illumbe.