Gracias a la vida
Manuel Bru. 17 de mayo. De entre tantas cosas que podríamos recoger del maravilloso peregrinaje de Benedicto XVI a Tierra Santa que culminó el pasado viernes, quiero hoy sólo recordar del Papa el inmenso canto a la vida que allí ha entonado, un ardiente y clamoroso canto que ha resonado en cada uno de los hogares palestinos -musulmanes o cristianos-, y de los hogares hebreos de la Tierra Santa, pero también en todos los hogares del mundo a donde su eco ha podido llegar. Ha sido el canto a favor de “la civilización del amor”, que sólo puede nacer de la mujer, creadora de esa “ecología humana” de la que el mundo, y también Tierra Santa, “tienen una necesidad tan urgente: un ambiente en el que los niños aprendan a amar y a apreciar a los demás, a ser honestos y respetuosos con todos, a practicar las virtudes de la misericordia y del perdón”. Lo que cada país necesita, lo que España necesita, es esto: hogares donde las nuevas generaciones aprendan como ha dicho el Papa en Tierra Santa, la fe “en un único Dios, Padre de la familia humana”, y el rechazo al “poder destructivo del odio”. Estoy seguro de que, a la postre, esta propuesta del Papa, dirigida al corazón de cada creyente, dará sus frutos en la Tierra de Jesús. A lo mejor hay que esperar a que sean las próximas generaciones las que, más cultivadas en el amor y menos viciadas en el rencor, cambien ese pueblo, como ya lo hacen tantos niños y jóvenes allí educados por nuestros misioneros.
Pero también estoy seguro de que la urgencia de esta gestación de hombres nuevos encaminados a la “Civilización del amor”, es crucial para España. Porque, no nos engañemos, este “canto a la vida” de Benedicto XVI desde la tierra del “Autor de la Vida” al mundo entero, llega a España precisamente cuando a estas nuevas generaciones el gobierno les ofrece dos venenos morales: el de una legislación del aborto que destruye de raíz la consideración básica de la dignidad humana, y la de un fármaco que sólo sirve para matar. Justo cuando a nuestros jóvenes el poder político y cultural les está diciendo que la vida no tiene ningún valor, que la única ley que vale es la del más fuerte, y que por consiguiente, no han de temer un embarazo no deseado, porque mientras sean más fuertes que la criatura que viene en camino, desde el primero hasta el último día del embarazo, ellos pueden matar, que así funciona este mundo, y que lo demás son tonterías. ¡Qué Dios nos bendiga, y que la luz que han rechazado nuestros gobernantes como han hecho a lo largo de la historia tantos tiranos genocidas, no la rechacen los jóvenes de este país! ¡Que el canto a la vida del anciano Papa sea por ellos escuchado, y les permita salir del oscuro túnel de la cultura de la muerte por el que este gobierno y esta sociedad les esta obligando a pasar!