Grecia y el crepúsculo del bipartidismo
José Luis Orella. El nombre de Grecia va unido a una civilización y una cultura únicas y que forman parte de nuestro patrimonio común europeo. Sin embargo, la vieja Hélade fue decayendo, convirtiéndose en una provincia romana y finalmente en la base del Imperio Bizantino. No obstante, cuando en 1453 los turcos tomaron Constantinopla, Grecia entro en la noche obscura de los tiempos. Durante el siglo pasado con el despertar de los pueblos, los griegos serían de los primeros en sublevarse y en obtener su independencia.
La Grecia independiente no tendrá nada en común con la antigua civilización helena. Un país pobre y agrícola arrinconado en el Mediterráneo, pero con una historia paralela a España. En la II Guerra Mundial, invadida por Italia, se posicionó con los aliados, siendo la guerrilla comunista la más fuerte en la lucha, al aniquilar a las rivales no marxistas, Sin embargo, al final de la guerra el país no fue dominado por los comunistas por la actitud decisiva del ejército británico, quienes apoyados por los antiguos colaboracionistas de los alemanes, los no marxistas antifascistas habían sido aniquilados en la Guerra, derrotaron y expulsaron a los comunistas durante la Guerra Civil de 1946-49. Sin embargo, esto produjo la intervención del ejército en la política, como garante del orden. El mariscal Papagos favoreció la promulgación de la Constitución de 1952, la entrada en la OTAN y la formación de un fuerte partido de derecha, la ERE (Unión Nacional Radical). Esta situación se mantuvo hasta 1964, bajo el reinado del rey Pablo. Con Karamanlis en el gobierno, las empresas americanas e inglesas se establecieron en el país fomentando su industrialización. El comercio con USA y la ayuda del Plan Marshall reforzaron la posición proatlantista del país. En los sesenta, ante el peligro de una coalición entre comunistas y liberales, el ejército dio un golpe de Estado, apoyado por el monarca en un principio, en 1967.
En 1974 dejaban el poder a Karamanlis quien traía la democracia, pero no así la monarquía, odiada por la izquierda por su apoyo a los coroneles, y por la derecha, por su deserción de la dictadura. El campo político se organizó entre Nueva Democracia por la derecha y el PASOK por los socialistas, dirigido éste por Andreas Papandreu, legalizándose el partido comunista. El PASOK se hizo con el poder y Papandreu se convirtió en un líder carismático, que gobernó de forma personalista y autocrática, dejándose manejar por su segunda mujer, una joven azafata llego a ser acusado de corrupción, a semejanza de sus contemporáneos socialistas. Ambos partidos, gobernados por dos dinastías familiares, se han repartido el poder, dejando el resto del arco parlamentario a comunistas, izquierdistas heterodoxos y una derecha nacida de la Iglesia Ortodoxa (LAOS).
Sin embargo, las actuales elecciones parlamentarias, marcadas, por lo que denominan los griegos, “la nueva ocupación alemana”, han roto el bipartidismo de la corrupción. El PASOK se ha hundido hasta un 13,4 %, que le da 41 escaños. Su respaldo electoral se ha ido a Sirias, la Coalición de grupos de izquierda radical, que con un 16,6 % y 52 diputados, lleva la voz cantante en un intento de organizar un futuro Frente Popular, donde tuviese cabida el KKE, un partido comunista de línea dura y nostálgico de la vieja época, que con un 8% tiene 26 escaños. En el campo del centroderecha, Nueva Democracia ha obtenido un 19 %, como primera fuerza parlamentaria, suma a sus 58 escaños, otros 50, que le otorga la ley electoral. Pero ni así compensa las pérdidas sufridas. Sencillamente el centro ha desaparecido. Su electorado se ha trasladado hacia su escisión derechista de los Griegos Independientes, quienes con un 10,5 % y 33 escaños, pretende presentar una alternativa soberanista frente a los dictados de la UE. A su derecha Aurora Dorada, una formación populista, fundada por un militar retirado, nostálgico de la dictadura de los coroneles, con un 7 % y 21 escaños, rescata del pasado las cruces célticas y los brazos en alto, absorbiendo el electorado de LAOS, quien había colaborado durante un tiempo en el primer gobierno de concentración nacional. Un futuro difícil, pero un parlamento acorde con la realidad social que vive Grecia