M. Ángel Gutiérrez. Según relata el Doctor en Filosofía Don Javier Barraycoa en su libro “Los mitos actuales al descubierto” (Edit. Librolibres), el éxito de la organización ecologista Greenpeace se debe en buena parte al silencio de la mayoría de los medios de comunicación en relación a las polémicas de esta multinacional ecológica. En el capítulo quinto de la obra mencionada, Barraycoa nos informa que, en el año 1991, la prensa alemana desveló que las recaudaciones de Greenpeace en Alemania se desviaron ilegalmente a cuentas suizas. Asimismo, la revista ‘Forbes’, en el número que publicó ese mismo año en el mes de noviembre, presentó un completo informe sobre las irregularidades financieras de la organización ecologista.
El autor nos da a conocer también la dramática situación de penuria de los pueblos cazadores de Groenlandia y de los esquimales canadienses por culpa de las campañas de Greenpeace para proteger a las focas. El éxito de estos ecologistas trajo consigo la imposibilidad de comerciar con la piel de foca y también la miseria para estos pueblos de cazadores sumidos en la dependencia de la seguridad social y en la degradación por la bebida. Esta situación fue recogida en el documental “Supervivencia en el Alto Norte”, del periodista islandés Magnus Gudmunsson, donde habla también del alto número de suicidios de los Inuits (esquimales canadienses). A consecuencia de ese documental, Greenpeace Noruega pasó de tener 15.000 socios a solo 35 en el año 2008, entre otras cosas, porque el líder ecologista noruego tuvo que dimitir al concluir los Tribunales que el periodista islandés tenía razón y transmitía la realidad, a la par que la denuncia que había recaído sobre él se limitó a corroborar el ridículo y la falta de escrúpulos de los pseudo ecologistas.
Otra polémica que salpicó a Greenpeace tuvo lugar cuando los Tribunales de Dirranbadi (Australia) retiraron el documental “Goodbye Joey” por haber quedado demostrado que la organización supuestamente ecologista había contratado a unos cazadores para que maltrataran canguros y poder realizar así esta película “Denuncia”. Igualmente, el periodista danés Leif Blaedel, demostró que Greenpeace había contratado individuos para que mataran salvajemente focas en otra película de propaganda realizada por Greenpeace.
El Profesor Barraycoa hace también mención en su libro otros males publicitarios de Greenpeace tales como la campaña contra los submarinos de la OTAN; la campaña sobre el glaciar Upsala; la campaña contra el biólogo marino Lambersten; y la campaña para salvar al jaguar americano.
La campaña contra los submarinos de la O.T.A.N.: La organización se quejaba de que la radiofrecuencia de los sistemas de comunicación submarina podría dañar a las ballenas. El espectacular boicot contra Islandia estuvo a punto de hundir su prestigio internacional. Sin embargo, Greenpeace jamás criticó a los submarinos de la URSS que también frecuentaban las aguas islandesas. Sospechosamente, Gorbachov manifestó un repentino interés por la ecología. Tras la caída del muro de Berlín, se ha podido conocer la financiación de la Unión Soviética a varios grupos ecologistas, especialmente al Partido Verde Alemán.
La campaña por el Glaciar Upsala: que, según denunciaba Greenpeace, estaba desapareciendo por culpa del calentamiento del planeta. Aunque el fenómeno ya había sido detectado y controlado por los científicos del World Monitoring Service, y no por Greenpeace. Estos científicos informaron que el fenómeno del glaciar argentino Upsala se debe a causas dinámicas y no a un derretimiento por sobrecalentamiento. Y es que, como cualquier Geólogo sabe, los glaciares se descongelan principalmente por presiones geológicas y no por calentamiento.
La campaña contra el biólogo marino Richard Lambersten: Este prestigioso biólogo realizaba investigaciones con tejidos de ballena en 1986. Greenpeace creyó que sus investigaciones no eran científicas y que estaban al servicio de los balleneros. Presionó de tal modo, que logró que la Universidad de Florida despidiera a Lambersten. Sin embargo, este biólogo marino solo realizaba investigaciones para identificar las enfermedades de las ballenas y descubrir de esta forma posibles curas. Greenpeace nunca ha querido reconocer algo tan obvio como que es necesario pescar ballenas para poder salvarlas.
La campaña para salvar al Jaguar (2002): Greenpeace logró recaudar cientos de miles de euros para este proyecto, que consistía en atrapar a los animales Jaguar para colocarles un dispositivo con el que controlarles por satélite. Al cabo de dos años, todavía no se había atrapado ningún Jaguar. En 2004 se comunicó que habían cogido uno y por fín los donantes podían seguir las andanzas del Jaguar por la selva. Pero todo fue un timo. Un vaquero de la zona denunció que Greenpeace le había prometido mil dólares si ‘paseaba’ a caballo el dispositivo.
Así se las gasta Greenpeace.