Covadonga Sourbé. En una emotiva ceremonia, Andreas Widmer juró defender al Papa de cualquier peligro, cuando Su Santidad era Juan Pablo II y él mismo un nuevo recluta de la Guardia Suiza, de la que formó parte durante dos años. Y después, decidió aplicar al mundo de los negocios lo que había aprendido en el Vaticano. Así lo cuenta en el libro “El Papa y el CEO” en el que explica lo mucho que ha influido Juan Pablo II en su vida profesional. “Me siento un privilegiado por haber sido Guardia Suizo, por haber tenido un sitio en primera fila durante el pontificado de Juan Pablo II. Además, en Roma encontré mi fe. En este libro comparto estas experiencias para mostrar mi agradecimiento”.
Andreas Widmer no emuló a Bill Gates o a Steve Jobs, como es habitual en la mayoría de los empresarios nóveles que desean triunfar, si no a Juan Pablo II. No hay duda que Su Santidad era un modelo de líder, una gran fuente de inspiración, aunque jamás dirigiera un negocio. Prueba de ello es el hecho de que el ex guardia suizo es en la actualidad un empresario de éxito, el Presidente de una empresa llamada Carpenter’s Fundation que concede préstamos a empresarios de países pobres. “Todos debemos ser siervos útiles y responsables, no sólo espiritual sino también materialmente. Lo importante es saber qué beneficios deberíamos obtener, cómo obtenerlos y qué hacer con ellos”.
Durante su servicio como guardia suizo en 1980, Widmer estuvo muy cercano a Juan Pablo II, lo que le permitió llegar a conocerle bien. En la introducción de su libro, habla de las lecciones de liderazgo que aprendió de Su Santidad Juan Pablo II, la conjunción de negocios y fe, el “negocio ético”. Así lo explica en el libro, cuando afirma que “La influencia de Juan Pablo II me hizo comprender que los negocios y la fe van juntos, no se oponen el uno al otro”.
Para Widmer, “Los negocios pueden ser una estupenda escuela de virtud y de fe. Más aún, la fe y la virtud hacen que los negocios y la economía sean verdaderamente prósperos”. Advierte además que hay cosas más importantes que obtener beneficios en los negocios. “La principal lección que aprendí es que no debo olvidar el objetivo último, lo que queremos conseguir. Los negocios y todo lo que los rodea son un medio para llegar a un fin. No debemos olvidar con qué fin trabajamos”.
No está de más hablar de moral y de ética en el mercado libre, algo de lo que “tienen sed” muchos hombres de negocios en la actualidad, como dice el ex guardia suizo, “La conciencia moral de la gente y el anhelo de saber lo que es correcto y lo que no lo es, pertenece al corazón humano, pero como el mundo no lo da, nuestra gente está confusa y, de alguna manera, le duele el corazón”. Por esta razón, dice que cuando habla de estas cosas “la gente escucha atentamente cada palabra”, ya que, al ser empresario también, puede explicar estos temas “en un lenguaje que pueden entender”.
Su libro, “El Papa y el CEO” destaca nueve principios para el liderazgo empresarial. Incluye capítulos sobre quiénes somos, conociendo a Dios, sabiendo lo que es correcto y sabiendo vivir una vida equilibrada. Todo ello acompañado de una interesante guía y ejercicios con la perspectiva de Juan Pablo II. “Esto es lo que me gusta de Juan Pablo II y es uno de los puntos importantes: que una acción es una extensión del alma”, dice el autor.
Widmer se maravilla de cómo Juan Pablo II conseguía siempre los objetivos que se proponía. “Si lees Redemptor Hominis (su primera encíclica), consiguió hacer en 30 años todo lo que escribió en ella”.
En el libro, se habla de la gestión diaria en una empresa, esto es, la relación con los empleados, cómo guiarlos, contratarlos y despedirlos. Se habla de un “liderazgo de servicio”, para los administradores, es decir, de cómo ser “un entrenador y no un crítico”. Todo ello se explica de manera muy sencilla. La aplicación práctica de estos principios se muestra con historias reales de Juan Pablo II o de sus propias experiencias en los negocios.
El empresario enfatiza en su libro que la belleza espiritual del trabajo y del mundo empresarial “es una colaboración en la creación de Dios, con la que Dios crea el mundo”. “Dios da al hombre el poder de seguir creando, y si eres directivo o CEO de un negocio tienes la gran oportunidad y responsabilidad de dirigir a un grupo de gente que sigue creando el mundo”.
Por esta razón, “tenemos que confiar los unos en los otros”, dice. “No puedes tener un libre mercado y capitalismo sin moralidad; pero con la moral es el mejor sistema porque permite la libertad humana”.
Sin embargo, Widmer no siempre fue una persona religiosa y devota de Juan Pablo II. Le despertó la fuerza y la fe del ejemplo del papa cuando llegaron los momentos duros. Cuando en el Año Jubilar vendió su compañía por 600 millones de dólares, al poco tiempo descubrió que se la había vendido a una compañía europea fraudulenta. “El Nasdaq vendió las acciones de mercado y me arruiné”, dice el autor, quien en lugar de deprimirse, dejó que Juan Pablo reapareciera en su vida con su visión de las cosas, “La visión de Juan Pablo II es que la prosperidad tiene tres columnas fundamentales: necesita democracia, la libre asociación y la cultura moral pública. Y yo sabía que la cultura moral pública era deficiente”.
Para solventar los problemas económicos y dirigir bien los negocios, se necesita más que un cambio del sistema, una conversión del corazón, “Si encontráramos líderes en los negocios y en la Iglesia que experimentaran una conversión real del corazón y que llegaran a un liderazgo de conversión, muchos de nuestros problemas desaparecerían”.