Guerra espiritual
Miguel Ángel Gutiérrez Espasandín. Este artículo es un resumen del ensayo del prestigioso Catedrático católico Peter Kreeft titulado: ¿Cómo ganar la guerra cultural? Peter John Kreeft es profesor católico de Filosofía en Boston College y The King’s College. Autor de más de 45 libros.
Actualmente, los católicos estamos inmersos en una gran batalla de la que lamentablemente todavía muchos ni siquiera se han enterado. Esta guerra es cultural, y en fondo es una lucha contra el pecado. Ante esto , ¿Qué podemos hacer los católicos?
Lo único y lo mejor que podemos hacer es ser santos.
Hoy en día resulta más que peligroso no darse cuenta que nuestra civilización está en crisis pues eso significaría que se es una víctima de la guerra.
Desde el punto de vista espiritual, estamos hoy metidos de lleno en la más grave guerra de la historia.
Queremos ganar, pero para vencer en cualquier guerra, hay tres cosas imprescindibles que hay que conocer:
Lo primero es saber que estás en guerra, lo segundo es saber quién es tu enemigo y lo tercero es saber que armas o estrategias pueden derrotarlo.
Estamos en guerra
Sin duda, va a resultar complicado defendernos y contraatacar si gritamos “paz” en el campo de batalla ante las risas del adversario, o si nos empeñamos en suicidarnos peleando guerras civiles entre nosotros y no digamos ya si empleamos armas espirituales o estrategias equivocadas.
Uno de nuestros mayores problemas estriba en no darnos cuenta del peligro que corre nuestra Fe al habérsele sido declarada una guerra de aniquilamiento espiritual. Estar en la Luna equivale a ser un blanco fácil para el enemigo.
Si los católicos seguimos dedicando nuestros mayores esfuerzos a ganar dinero es que no nos hemos enterado ni de dónde viene la crisis, ni de la manera de solucionarla ni del modo de defender nuestros valores cristianos y nuestras virtudes católicas.
Dios es un amante que es un guerrero, su amor está en guerra contra el egoísmo, el odio, la traición y todos los enemigos del amor. El amor lucha. Y de la misma manera debemos luchar nosotros.
¿Quién es nuestro enemigo?
Durante mucho tiempo los católicos pensamos que nuestros enemigos eran los herejes protestantes , pero pese a sus errores y debido también al ambiente anticristiano general , ellos son actualmente considerados por la mayoría de los católicos más bien como “hermanos separados “ que como enemigos . Pelearán con nosotros.
Nuestros enemigos no son los fanáticos anticatólicos que quieren crucificarnos. Ellos son a quienes tratamos de salvar. Son nuestros pacientes, no nuestra enfermedad. Nuestra palabra para ellos es la de Cristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Los Estados marxistas que persiguen con saña a los católicos (China, Corea del Norte, Cuba) no son nuestros enemigos, son nuestros pacientes. Somos los enfermeros de Cristo. Los pacientes piensan que los enfermeros son sus enemigos, pero son los enfermeros los que están acertados.
Nuestros enemigos no son los medios de comunicación “progresistas “, ellos también son víctimas, aunque causando alboroto en el hospital, envenenando las almas de otros pacientes.
Lo mismo puede decirse del “lobby gay”, las feministas radicales y los abortistas, todos son víctimas de nuestro enemigo, pero no nuestro enemigo.
¿Quién es entonces nuestro enemigo?
Nuestros verdaderos enemigos son los demonios, los ángeles caídos, los espíritus malignos.
Jesucristo nos dice: No temáis a aquellos que matan el cuerpo y que luego no tienen más poder sobre nosotros. Yo os diré a quién temer. Temed a aquel que tiene el poder de destruir el cuerpo y el alma en el infierno “.
San Pedro dice lo mismo: “El diablo, como león rampante, va por el mundo buscando la ruina de las almas. Resistidles firmes en la fe “.
San Pablo también va en la misma dirección: “Luchamos no contra el cuerpo sino contra los principados y poderes de maldad en altos lugares “.
León XIII, quien recibió una visión sobre el siglo XX que la historia ha corroborado como terriblemente verdadera, también dice lo mismo. Vio a Satán, al comienzo del tiempo, al que se le permitía un siglo en el cual pudiese hacer su peor trabajo, y eligió el vigésimo. Este Papa se aterrorizó tanto que cayó en trance y cuando despertó compuso una oración para que se usase especialmente durante todo el siglo XX: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas “
Esta oración fue razada por la Iglesia hasta los sesenta y fue dejar de hacerlo y acontecer todo tipo de desastres para la propia Iglesia y para humanidad entera.
La restauración de la Iglesia Católica, y por lo tanto del mundo, podría comenzar perfectamente con la restauración de la visión de León XIII, que es la visión de todos los Papas, de todos los santos y de Jesucristo: la visión de un infierno real, un Satán real y una guerra espiritual real. Por lo tanto, la oración a San Miguel Arcángel debe ser vuelta a rezar cuanto antes por la Iglesia.
¿Con qué armas o estrategias podemos derrotar a nuestro enemigo?
Todo lo que necesitamos son santos.
¿Podéis imaginar lo que harían doce Madres Teresas por el mundo, o doce Padres Píos?
¿Podéis imaginaros lo que pasaría si tan sólo doce lectores de este artículo ofrecieran a Cristo el ciento por ciento de sus corazones?
Recordad que doce niños judíos conquistaron el Imperio Romano. También nosotros podemos hacerlo. Nada ni nadie puede detenernos. Es nuestra libre elección. El problema es que no queremos ser totalmente santos. Pero cada uno de nosotros puede convertirse en santo Realmente claro que podemos . Pero tenemos miedo a pagar el precio. ¿Cuál es el precio?
Un cheque en blanco para Dios, lo que pagó la Virgen María con su “fiat”. Si hacemos lo que ella entonces todos nuestros apostolados funcionarán. Y así llegará la victoria. De ti depende.
Ganaremos esta guerra porque no importa cuántas veces caigamos,no Importa cuántas veces fracasemos en ser santos, no importa cuántas veces
fallemos en el amor, nunca, nunca nos rendiremos. Ganaremos porque
somos el cuerpo de Cristo, y Cristo es Dios, y Dios es amor y el amor
nunca, nunca, se rinde.
Si deseas mayor información sobre el autor,
http://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Kreeft y http://www.peterkreeft.com/home.htm