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Diario YA


 

La otra crisis

Guerra perenne

Jesús Asensi Vendrel

Un refrán español dice, o bien pudiera decir, que “aunque la guerra se vista de seda, guerra se queda”. Y es que uno se sorprendió del todo al escuchar las excusas esgrimidas por “los buenos” para atacar Irak en el año 1991. Y es que la gota que colmó el vaso fue la emisión televisiva de la muerte de un montón de aves por los vertidos de petróleo provenientes de la destrucción de los pozos de Kuwait por parte de las tropas iraquíes. Unas imágenes que, como después se supo, fueron tomadas de una playa de Canadá repleta de chapapote.

Y llegó el 2003 y la excusa bélica estrella de la búsqueda de esas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Una nueva guerra en territorio iraquí que, a día de hoy, sigue provocando la muerte de personas inocentes, sin vislumbrar a corto o medio plazo la llegada de la ansiada paz “democrática”. Podríamos citar ese otro dicho de que “fue peor el remedio que la enfermedad”.

Y ahora, en pleno 2011, le ha tocado a Libia sufrir los bombardeos de los países aliados, con resolución de la ONU y todo, con la supuesta intención de detener “la masacre de hombres, mujeres y niños que sólo luchan por un país libre y democrático”. Una masacre que, al igual que ocurrió en Irak, puede llegar de manos de los misiles fallidos de “los buenos”.

Se ha dado el pistoletazo de salida a un nuevo conflicto armado, una guerra con sus seis letras, que podría iniciarse también, si los intereses económicos o de otro tipo fueran los mismos, en todos aquellos países que vierten petróleo al mar, tienen supuestamente armas de destrucción masiva o masacran a la población civil que se opone a los dictadores que les oprimen. Y es que la lista de países que cumplen alguno de estos requisitos es interminable, ¿no creen?