Luis de Haro Serrano

114 años ha tardado en volver al Real este popular cuento de los hermanos Grimm, convertido en ópera infantil por el compositor alemán Engelbert Humperdinck (1854/1921) estrenada con gran éxito el 23 de diciembre de 1803 en el Hofthteater de Weimar bajo la dirección musical de Richard Straus gran entusiasta de la misma.

La hermana del compositor, Hermann Wette, le convenció para que le pusiera música a una serie de canciones que ella había preparado con un aire muy romántico para que sus hijos las interpretaran durante el transcurso de una fiesta familiar navideña. Humperdinck consiguió una ópera infantil con una partitura muy lograda, la más popular y de mayor éxito de su producción operística. El resultado final es una delicada amalgama de canciones populares y atractivos pasajes orquestales que transcurren con verdadera maestría y delicadeza. Es una obra bastante apreciada por sus temas inspirados en la música folk y la influencia de una cierta línea del estilo wagneriano de la 1ª etapa –la del “holandés errante-. Tras los oportunos cambios, ese bloque de canciones tan variadas se convirtió en un singspiel y en una obra completa, típica de las conocidas como ópera de hadas en la Alemania del siglo XIX
La música, igual que el libreto de Wette transcurre por un camino en el que se encuentran bastantes luces y sombras. Un camino que se desarrolla en tres actos o cuadros concebidos con una particular estructura dramática, que transcurre dentro de una velada y edulcorada crítica hacia el excesivo consumismo actual, reflejado con un sano humor, especialmente en el tercer cuadro que tiene lugar en un moderno supermercado lleno de novedades en el que no falta ningún aditamento infantil que se precie, como la clásica bruja “devoraniños”, angelitos humanizados y los clásicos duendes. En esta ocasión representados por el del sueño y el rocío.
Tras su estreno en el Real el 4 de diciembre de 1901, se presenta de nuevo en esta ocasión con una puesta en escena ya estrenada en el Festival de Glyndebourne de 2008, con un carácter muy dinámico y colorista preparada por Laurent Pelly, responsable también del vestuario, bien complementada por la serie de vídeos sugestivamente preparados por Irene Cardona. Y la sugerente iluminación de Joël Adam.
La partitura de Humperdinck desarrolla una serie de momentos musicales muy logrados, como la obertura, los diversos interludios y otros como la bendición vespertina, el “Abendesegen”, situado en el Cuadro II, con una línea general dotada de un carácter bastante sinfónico, que transcurre con una suave fluidez y generosa naturalidad.

Paul Daniel ha planteado una versión cargada de sonoridad con lo cual la orquesta, a pesar de su buen hacer, no llegó a alcanzar ese claroscuro timbre con el que Humperdinck concibió su delicada partitura, llegando en algunos momentos a deslizarse por los fáciles caminos de la monotonía y la falta de expresividad.

Simplemente correcto el trabajo de los padres de los pequeños; Bob Skovhus (Peter) y Diane Montaguel (Gertrud), así como el de los duendes, Ruth Rosique (el rocío) y Elena Copons (el sueño). La limitada concepción de sus respectivos papeles no daba para más. Exultante y gracioso José Manuel Zapata en su movido y acelerado papel de bruja. Bastante acertada la española Sylvia Schwrtz (Gretel) Un buen debut en su primera interpretación de un papel tan movido en el aspecto dramático y vocal y menos convincente, algo apagada en su interpretación, la inglesa Alice Coote (Hänsel), personaje del que se despide por razones de edad, según ha manifestado públicamente y algo irregulares los pequeños cantores de la Jorcam, preparados por Ana González, más acertados en el aleluya final, donde desplegaron algo más de vistosidad de la mucha que, como es de sobra conocido, tienen.

Casi en paralelo con las representaciones escénicas, concretamente desde el 12 de diciembre de 2014 al 5 de abril de 2015, el Museo de la Biblioteca Nacional de España (Madrid) presenta la exposición: “Hänsel & Grtetel en la biblioteca de chocolate”.