Redacción. Ha saltado a la luz que varios piratas informáticos iraníes atacaron periódicamente a los tres de los bancos más grandes de Estados Unidos, Bank of America Corp, JPMorgan Chase & Co y Citigroup Inc desde finales de 2011 y hasta ahora, como parte de una campaña cibernética más amplia cuyo objetivo es Estados Unidos. Consistía en colapsar con el tráfico entrante las páginas de Internet de los bancos citados con campañas de "denegando el servicio".
Los sitios web de estos bancos han estado fuera de servicio durante largos periodos de tiempo que impedían a sus clientes realizar cualquier tipo de operaciones a través de Internet, lo que puede suponer potencialmente ciertas pérdidas en sus ingresos. Debido a ello, Bank of America, Citigroup y JPMorgan Chase han consultado al FBI, al Departamento de Seguridad Nacional y a la Agencia de Seguridad Nacional cómo fortalecer sus redes ante los ataques iraníes.
Se desconoce hasta el momento el alcance de los daños producidos en los sistemas por estos piratas, o bien han robado información confidencial o de acceso restringido En principio, se sospecha que se trata de una represalia de los hackers contra los bancos por la aplicación de sanciones económicas occidentales contra Irán.
Aunque los ataques a los bancos se originaron en Irán, se está investigando si los hackers trabajaban en nombre del Gobierno, o bien eran ciudadanos "patriotas", pero en todo caso, se ha puesto de relieve que no se puede subestimar el potencial cibernético de Irán en arremeter contra las redes informáticas de las naciones de Occidente.
Tanto los funcionarios iraníes como estadounidenses y las bancas afectadas, no han querido realizar comentarios sobre lo sucedido. Pero el Gobierno estadounidense supuestamente ha avisado a los bancos, corredurías y aseguradoras para que estén en alerta máxima ante posibles ataques cibernéticos que pudieran presentarse.
La revolución de 1979 que dio origen a la república islámica actual, pone el punto de partida a una tensión entre Estados Unidos e Irán, que ha ido aumentando con el tiempo, sobretodo desde que Washington fuera uno de los países más representativos a la hora de impedir que Teherán obtuviera una bomba nuclear mediante la imposición de duras sanciones económicas.