Hasta Bibiana es un ser humano
Editorial del programa “Sencillamente Radio”
Eduardo García Serrano. 26 de mayo. Las palabras pueden ser como el fuego el iluminar el mundo. Pueden ser como el oro y enriquecerlo. Poe ejemplo, esas palabras de Las Escrituras en las que se nos dice que “para escuchar la alabanza perfecta hay que escuchar la risa de un bebé y el parloteo de los niños”. Pero las palabras también pueden ser como el estiércol y ensuciar el mundo. Por ejemplo, las palabras pronunciadas por la ministra Bibiana Aído en el Senado en las que asegura que el nasciturus (el que está por nacer) “es un ser vivo, pero no es un ser humano”.
Al escucharla me llenó una sorda, lóbrega e impotente tristeza. La absoluta falta de piedad explícita en la negación de la condición y de la cualidad humana del nasciturus causa pánico, pues ningún ser humano, ni siquiera Bibiana Aído, merece que le dejen sin dignidad alguna.
Lo que ha dicho la ministra de Igualdad es una vileza que va más allá de todo crédito. En su negación de la condición humana del nasciturus se articulan el espíritu de la locura y la resaca de las checas y de los nazis. Chequistas y nazis, todos ellos socialistas, despojaron en la Europa de principios del siglo XX de la condición humana a los que ellos consideraban sus enemigos políticos por razones de credo, ideología o raza. Siendo horrible lo que hicieron, el mayor espanto de su carnicería consistió en que, a través de un odio atroz revestido de patriotismo, de grandeza y de justicia y magistralmente jaleado por un impecable aparato de agitación y propaganda, consiguieron convencer a más de media Europa de que todo aquel que no fuese un auténtico revolucionario socialcomunista o nacionalsocialista era, como clasificaron a los judíos, un subhombre o un ser infrahumano.
Lo que ha dicho Bibiana Aído sobre el nasciturus es aún más peligroso que lo que hicieron los nazis y los socialcomunistas agitando el odio a los judíos y al enemigo político. Para Bibiana Aído es mucho más estimulante persuadir al amor para que sea el agente de la muerte del que está por nacer, del nasciturus, porque a través de un falso amor a esas mujeres o a esas chiquillas que se han quedado embarazadas sin desearlo y en situación personal difícil, se las estimula para que maten el “problema” convenciéndolas de que el “problema”, efectivamente, es un ser vivo pero no un ser humano.
A partir de ahí basta con agitar con el magistral aparato de prensa y propaganda que, al igual que ayer, también hoy manejan los socialistas, ese amoroso sentimiento de protección y de solidaridad para con las mujeres y las chiquillas que se quedan embarazadas sin desearloy en una situación personal difícil, y el holocausto de nascituri, de los que están por nacer, será un hecho tan incontestable como que tú, Bibiana, y los que piensan como tú, también sois seres humanos.
Eres, Bibiana, genuinamente humana ya que sólo en el ser humano la estupidez y la crueldad son infinitas pues, como Ortega nos enseñó, “el tigre no se puede destigrar, pero el hombre sí se puede deshumanizar”.