'Hogar Nazaret'
Paula Gordon Gimeno. Hoy quiero contarles una historia en tercera persona, ¿o debería decir en primera? Es la historia del comandante castrense D. Ignacio Doñoro. Bueno, tengo que confesar que me ha pedido que no le haga protagonista de nada, que lo importante es que el “Hogar Nazaret” siga abierto. Siento decirle padre, que no puedo obedecerle, porque antes de explicar qué es el “Hogar Nazaret” debo contar quién es su fundador: usted.
Le conocí hace unos años, cuando él era capellán de la Academia Especial de la Guardia Civil de Aranjuez. ¿Se acuerdan de la imagen de Benedicto XVI con un tricornio? Pues fue él quien tuvo la audacia de entregárselo y el Santo Padre la de colocárselo con todo cariño, claro. Aquellas fotos tomadas en la plaza de San Pedro un 6 de diciembre de 2005 dieron la vuelta al mundo. El padre Doñoro quiere mucho a la Guardia Civil y lo hizo público aquel día. Durante sus años como capellán castrense en el Acuartelamiento de la Guardia Civil de Inchaurrondo, en San Sebastián, le tocó ver muchos atentados terroristas, consolar a muchas familias, a muchos compañeros que no entendían aquel sufrimiento inhumano y sin sentido.
Por desgracia, no ha sido el único lugar donde ha tenido que enfrentarse con la muerte gratuita;”hace años cambió mi vida al ver morir niños por desnutrición en las montañas de Panchimalco, en San Salvador. No me lo habían contado, no era tampoco un programa de televisión, algunos murieron en mis brazos. Desde entonces oigo el pitido de su débil voz agonizando, el grito de los niños crucificados, el grito de Cristo en la cruz.” Así es que un día el padre Ignacio pidió una excedencia, dejó temporalmente su sotana de monseñor (la que corresponde a los sacerdotes castrenses españoles, como él mismo me explicó una vez)para vestir otra más sencilla y se marchó de España. Sentía que Cristo le pedía sus manos para poder atender a los niños literalmente tirados a la calle. “Vi niños muy pequeños en Bogotá vagando por las calles, drogándose con pegamento. Niños en los semáforos tragando gasolina para luego encenderla en sus bocas y así hacer de reclamo para pedir unas monedas… niños sometidos a abusos… no me lo contaron, lloré con ellos. Lo mismo sucedió en Tánger, en Mozambique…”
Y así llegó en 2011 a Puerto Maldonado, en la selva de Perú, donde ha fundado “Hogar Nazaret”, una modestísima casa donde recoge a los niños que no tienen nada más que la calle. Como un verdadero “padre”, siente el descanso de tenerlos protegidos: “ya están en casa, ya duermen tranquilos, son alguien, están recuperando su dignidad robada y por eso ya no podemos dar pasos atrás.”
Pero ya sabemos que es muy difícil mantener estas residencias donde los niños tienen acceso al cariño de un hogar. “Necesitamos vuestra ayuda,” me dice el padre Doñoro. “Ya se hace insostenible el cansancio físico. Imposible atender a los niños y salir a las calles a vender comida o a trabajar en cualquier cosa para que el Hogar Nazaret siga abierto. Sería alta traición regresar a España pensando que ya hice lo suficiente. Estos niños crucificados merecen una vida mejor. Solos no podemos, con Dios no hay barreras, con Él se puede.”
Con Él y con tu ayuda. Aquí tienes el e-mail del padre Ignacio Doñoro. Por favor, ponte en contacto con él, por pequeña que te parezca tú aportación, puede suponer la continuidad de la obra.