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Diario YA


 

A 200 años de la independencia americana

Huellas de la Iglesia en la América española


Ed. Sekotia. Hace dos siglos: las diferentes Américas comienzan a fraguarse con una serie de proyectos políticos que provocarán ineludiblemente la separación de la madre patria. Desde entonces, cada uno de estos países han caminado y se han fraccionado en un continente de realidades diversas muy distintas. Sin embargo, el proyecto de colonización española, con todo lo que supuso de idioma, política y desarrollo social, capitalizado por lo católico, se forjó en el nuevo mundo como un proyecto sólido y cuajado en la cultura continental. Hoy día se mantiene y es sin duda lo mejor que les ha podido pasar a todos sus habitantes, a pesar de las voces discordantes.

La forja del nuevo mundo. Huellas de la Iglesia en la América española, (Edi. Sekotia, 2008) es un libro que enlaza la realidad actual de América desde los orígenes de su creación como nación, presenta al lector y al estudioso un profundo y amable estudio de cómo el proyecto español desembarcó en el Nuevo Mundo impregnando todo su desarrollo de lo que ellos eran y tenían: una cultura católica, por lo tanto universal, que todavía abanderaba a Europa y allá donde los europeos fueran.

España descubre, consciente o no, unas tierras extrañas que abren las puertas de una nueva era: la modernidad. Una era que aportará un desarrollo cultural tan deslumbrante que perdurará hasta nuestros días. Entonces los reyes españoles, católicos, y potencia europea abren las posibilidades de la expansión, no solo de España, sino del mundo entero.

De forma que cuando el proyecto español comienza a desarrollarse en aquellas tierras, asumidas desde el principio como propias, no hacen un proyecto distinto de lo que eran, sino que prolongan todo su ser y por lo tanto la cultura y actuación católica en el desarrollo del ser humano, de unos habitantes cuarteados entre ellos y arrojándoles un mundo de luz con una fe que liberalizaba de la esclavitud tribal y ampliaba unos conocimientos sociales, científicos y geográficos que de otra forma quizá no hubieran llegado a descubrir por sus propios medios.

En el proceso de este proyecto político que tiene su inicio con la llegada de Colón a tierras americanas hasta 1810, que comienza sin marcha atrás la reconfiguración del Nuevo Mundo con una serie de intereses políticos, propiciados por la invasión napoleónica en España y el vacío de poder en la capital del Reino de España. Las corrientes en ultramar toman posiciones de poder y se comienza la emancipación definitiva que durará varios años, no sin guerras, violencias, traiciones y dominio político.

Sin embargo, entre las batallas producidas en tierras continentales y al otro lado del océano, el hilo conductor que sostenía la plataforma social era –y sigue siendo- la Iglesia, con sus misioneros, universidades, hospitales y atención a la enorme población ignorante de aquellos pasos políticos y que seguían siendo cuidados y mantenidos por hombres y mujeres cuya misión era la entrega a Cristo por el ser humano, y todavía sigue siendo así.

En el Observador de la Actualidad en su página diecisiete, la profesora María Isabel González del Campo cita en un artículo sobre La forja del nuevo mundo lo siguiente: “Se subraya también que la Iglesia no sólo se ocupa de cristianizar las nuevas tierras, sino que inspira y da forma a instituciones culturales, educativas, asistenciales, configurándose así como un componente fundamental de la cultura y personalidad del pueblo americano”. Y es que La Forja del Nuevo mundo presenta al lector una visión amplia de la labor realizada por la España católica y que por lo tanto permite ver con perspectiva histórica hasta nuestros días que las realidades temporales mutan al capricho o libertad de pensamiento, pero lo esencial queda en la persona y si hay algo que los habitantes que fueron instruidos e inculturizados por lo católico, por lo español, son hoy una gran nación continental con un valor que les une en el idioma, la cultura religiosa y los valores en alza de la moral. Cosa de la que otros pueblos colonizados, sólo como un terreno que ganar fueron desaparecidos como cultura, raza y pueblo.

Por lo tanto, la independencia americana está de enhorabuena por el rango de libertad católica, inducida en su transformación de un continente y que les ha permitido crecer como persona y tanto es así que fue capaz de crear sus naciones según su condición de hombre libre. Saavedra ha sabido atar los hechos, las formas y sus consecuencias en este libro que traslada al lector la idea de que la Iglesia, a pesar de sus errores, siembra y esparce lo que gratuitamente recibió.