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Diario YA


 

Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa

Ida

Ida ha obtenido el Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, con lo que algunas salas de cine la han vuelto a proyectar, lo que me da pie para rescatarla y analizarla con detenimiento.

Anna es una niña huérfana acogida en un convento, convertida en novicia de la congregación religiosa. La madre superiora  le invita a buscar la tumba de sus padres que fueron asesinados por la persecución contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

La dirección ha correspondido al cineasta polaco Pawel Pawlikoswski, recordado por  sus anteriores trabajos como La mujer del quinto. Este realizador ofrece un relato sobrio y profundo, construido mediante gestos y miradas más que de elocuentes diálogos. Este modo de narrar coincide o es una mezcla entre Bergman y Dreyer. La película presenta un ritmo pausado, que invita a reflexionar y que está tan logrado  que consigue que el espectador no se separe de la butaca porque nunca pierde el interés. Por otra parte,  podemos decir que, si en Historia de una monja de Fred Zinnemann, interpretada por Audrey Herpburn, ésta se plantea la salida del convento porque le atrae la vida de fuera; en este caso, la protagonista medita, escuchando lo que Dios quiere de ella, planteándose seriamente su vocación religiosa. No obstante, ofrece una visión demasiado inexpresiva y fría que recuerda más bien al modo de entender la vivencia cristiana de los protestantes, a pesar de tratarse de una comunidad católica, que se caracteriza especialmente por la alegría con la que vive su fe.


El duelo interpretativo entre dos piedras preciosas de la interpretación como Agata Trzebuchowska y Agata Kilesza es digno de las mejores actrices de Hollywood. El debate entre creyentes y agnósticos está garantizado. Lógicamente, Ida representa los valores religiosos y su antagónica es la funcionaria del partido comunista que coincide tan sólo con ella en el drama familiar. Ésta parece desencantada y sin agarraderas porque se encuentra influenciada por esa ideología que destruye al ser humano por dentro. Llama la atención que el modo de rebatir los contundentes y racionales argumentos  existencialistas de la funcionaria sean los silencios,  los gestos,  las miradas y la oración de la religiosa que, si uno sabe interpretarlos, lo dicen todo. Nos ha sorprendido gratamente como Ida busca algo más en la vida que pasar por ella, ya que se deduce que necesita de una relación profunda con la  trascendencia para ser feliz en la tierra, pero mirando hacia el cielo.