Imaginación pro-etarra
Jesús Asensi Vendrell
Debemos tener presente que no vivimos en el país de las maravillas y que no todos respondemos al nombre de Alicia para ser los protagonistas de un cuento fantástico. Y es por eso que nuestra imaginación no debe echar a volar y creer que es viable que un objeto de color negro pase a ser de color blanco por obra de magia, o que una persona dispuesta a matar a otra cese en su empeño sin más, sin cambiar un ápice su mentalidad y sus sentimientos, sin el mínimo atisbo de arrepentimiento sincero que le lleve a un propósito de enmienda duradero y bienintencionado.
Y es por esto que debemos dejar a un lado la ingenuidad pasada y saber que es muy difícil cambiar el corazón de los terroristas si ellos no son los primeros en dar el primer paso, si no desean deponer las armas del todo aunque no consigan sus amargos anhelos: la autodeterminación del País Vasco, la anexión de Navarra y una larga lista de concesiones inconstitucionales.
Porque, no nos equivoquemos, si no se da ese cambio interior, ese arrepentimiento sincero y esa reparación obligada a las víctimas, tampoco llegará la paz una vez los terroristas consigan todas sus ilícitas pretensiones, pues de la abundancia del corazón habla la boca y el de los terroristas que están orgullosos de serlo solo puede albergar un odio amargo que les incapacita para vivir en democracia.