Impecable producción de "Black el Payaso" de Sorozabal y "Pagliacci" de Leoncavallo
Luis de Haro Serrano
El Teatro de la Zarzuela ofrece por segunda vez en esta temporada un ambicioso programa doble que en esta ocasión está dedicado al mundo del circo y a los numerosos profesionales que ejercen su actividad en esta dura especialidad.
Dos obras de diferente signo que, a su manera, recuerdan la controvertida vida del payaso. Mientras que en la primera el protagonista, Black, tiene que asumir una conducta de engaño y mentira para llegar a un final feliz. La 2ª se centra en la azarosa vida de un marido celoso (Canio) que lucha contra las vicisitudes del amor de la mujer que ama. Una tragedia englobada en el más puro concepto de “ópera verista”.
Dos sugestivos títulos con grandes valores musicales, separados históricamente por cincuenta años; la de Sorozábal estrenada en el Coliseum de Barcelona el 21 de abril de 1942 y la de Leoncavallo en el Teatro Dal Verme de Milán el 21 de mayo de1892: Según comentan el director musical, Donato Renzetti y el de escena, Ignacio García, “Black” es una de esas obras propias de los ficticios palacios europeos, con un argumento edulcorado tipo “Sissi”. “Pagliacci”, en cambio, es un título verista que muestra con crudeza el desengaño que viven las personas del circo, que se ven obligadas a reir, cuando a veces, lo que realmente necesitan es llorar.
“Black “, dirigido por Mario Gas compartió también cartel en la misma jornada con la zarzuela en un acto “Adiós a la bohemia” durante la temporada 2006 del Teatro Español. Una zarzuela pura música que tiene muy pocos díálogos hablados propios de este género.
El hecho de que la obra de Sorozábal se haya presentado con frecuencia compartiendo cartel con otro título, no quiere decir que no tenga méritos suficientes para presentarse sola. Su duración (en torno a ochenta minutos), musicalidad, números corales, desarrollo general, romanzas y dúos, están llenos de belleza, colorido y atractivo suficientes.
El libreto es de Francisco Serrano Anguita, se basa en la novela francesa de Jean-José Frappa, “La princesa de los Clowns”. Su estreno tuvo lugar en un momento muy convulsivo y especial para la sociedad española, que acababa de salir de una guerra civil y miraba con expectación el desarrollo de la 2ª contienda mundial, con el peligro de la posible implicación de España en otra nueva batalla de proporciones insospechadas.
La música y el libreto de “I Pagliacci” son del mismo Leoncavallo que hasta ese momento había preparado otras obras menores, que apenas le habían proporcionado nombre en el mundo de la música. Cuando en 1890 se estrenó la obra de Mascagni, “Cavalleria rusticana”, para intentar adquirir la notoriedad que buscaba, decidió componer una ópera con sus mismas características; un solo acto y con un argumento verista . La realizó inspirándose en la obra “La mujer de Tabarín” que había escrito unos años antes Catulle Mendés, empleando igualmente el conocido recurso del “teatro dentro del teatro”. Se le acusó por ello de plagio, que el negó argumentando que se trataba de un caso real que su padre había vivido como juez cuando tuvo que realizar las diligencias previas para proceder a su juicio. No convencieron estas razones porque los críticos siguieron pensando que realmente estaba basada en la obra de Mendés. A pesar de ello, por la fuerza dramática y belleza de su partitura, su fama se extendió con rapidez por la mayoría de los teatros europeos, proporcionándole la fama y el conocimiento que deseaba. Hoy este título suele ser fiel compañero del de Mascagni, con el que, generalmente, con gran complacencia del público, comparte la misma jornada.
El equipo artístico
En esta temporada el responsable de la Zarzuela, Paolo Pinamonti, está realizando proyectos cada vez más difíciles y comprometidos. En esta ocasión, ha tenido que afrontar la dificultad añadida de la rebelión del coro que, para intervenir en esta jornada artística, planteó la urgente revisión de ciertas parcelas laborales y sociales que, como es natural, ni entramos y, mucho menos, juzgamos. Los aficionados se congratulan de que, al final, la cordura y el sentido de la responsabilidad de todos haya hecho que se acerquen posturas para que los problemas se resuelvan y la vida artística del teatro haya vuelto a la normalidad.
Reutilizar, debidamente reciclada, la producción del Teatro Español de 2006 realizada para “Black” nos parece un acierto, con mayor razón si , como se ha hecho, se le añade un numeroso grupo de figurantes, auténticos artistas de circo que, gracias también a su vistoso vestuario, han conseguido que el movimiento escénico esté lleno de vida y atractivo colorido. Lo mismo cabe indicar para la nueva producción que la Zarzuela ha realizado para “I Pagliacci”. Una escenografía llamativa, expresiva y funcional, muy adecuada para las sencillas necesidades que el dramatismo de música y libreto requieren.
Donato Renzetti ha planteado una versión de la partitura de Sorozábal de forma muy expresiva y colorista, dada su variedad melódica, abordada en algunos momentos con demasiada fuerza instrumental con lo cual las intervenciones del elenco femenino han quedado algo desdibujadas, sobre todo teniendo en cuenta las características vocales de María José Moreno (Princesa Sofía), una soprano lírico ligera que requiere un acompañamiento instrumental más suave, igual que Nuria García-Arrés (Catalina). Excelentes los dos payasos, Black y White (Juan Jesús Rodríguez y Rubén Amoretti), así como Javier Galán (Dupont) dotados de unas voces claras, elegantes y expresivas, además de unas lucidas cualidades dramáticas. El movimiento escénico ha resultado bastante lucido, gracias a la intervención de ese amplio bloque de profesionales de la figuración que le han proporcionado a la obra un gran atractivo por la riqueza y variedad de su vistoso colorido.
El planteamiento musical para “I Pagliacci” ha respondido plenamente a la seriedad de las necesidades con que Leoncavallo realizó su partitura, llena de fuerza y belleza dramática, con una orquesta sublime en todos los pasajes; arias, dúos y números corales, especialmente en la presentación de Tonio y en la comprometida aria “Vesti la giubba”. Espléndido el coro y el resto de los componentes de la parte vocal, en la que todos, sin excepción, han destacado.
María Jose Moreno ha sido una Nedda excelente, vocal y dramáticamente; dulce y suave –especialmente en los medios tonos- en su dúo con Silvio (David Menéndez) y dramática y vigorosa con Canio.
Qué gran trabajo han realizado en todos los aspectos Jorge de León (Canio) y Juan Jesús Rodríguez (Tonio). El “Vesti la giubba” del primero y la presentación inicial del segundo son difíciles de igualar por la firmeza, claridad y belleza de sus voces.
El público, complacido, reconoció con sus largos aplausos el esfuerzo realizado por todos los participantes para sacar adelante con tanta calidad este ambicioso programa doble.