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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

A la intolerante plataforma laica le preocupa que el Papa diga lo que la Iglesia confiesa

Incoherencias de la Plataforma Europa Laica

Pedro Sáez Martínez de Ubago. La plataforma Europa Laica, presidida por Francisco Delgado, convocante de la Marcha contra la visita del Papa, ha hecho este pasado fin de semana unas "sui generis" declaraciones basadas en que algunas de las cosas que suponen dirá Benedicto XVI “pueden incitar a actos violentos de grupos fundamentalistas católicos, de ahí la llamada de atención que se ha cursado a la Fiscalía del Estado".

Igualmente, criticando estas declaraciones que aún no se han producido, los integrantes de Europa Laica han insistido en que no van a tolerar "ese tipo de descalificaciones y de actuaciones", que sólo, en su opinión, "contribuyen a generar confrontación y odio", al tiempo que han pedido a las autoridades que no apoyen "ceremonias y boatos estrictamente católicos en donde se llama a la intolerancia y al incumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de leyes aprobadas democráticamente en el Parlamento".

Parece qué al Sr. Delgado y sus seguidores les preocupa que el Papa diga lo que la Iglesia confiesa y no se muestre partidario de determinadas actitudes y prácticas contrarias al sexto y al noveno mandamiento: divorcio, homosexualidad, promiscuidad, preservativos, relaciones prematrimoniales, uniones civiles, etc.

Si así fuera, me limitaré a resaltar unos puntos que evidencian lo absurdo y la nula autoridad de los planteamientos de Europa Laica, que, en virtud de los derechos humanos y de la democracia, están violando el derecho de presunción de inocencia, al protestar y denunciar una presunta falta, que realmente aún no se ha cometido. Condenar al Papa por lo que pueda decir equivale a detener a alguien por lo que pueda hacer ¿Por qué no esperamos antes de acusar? Eso es una práctica común de totalitarismos ¿Puede Europa Laica defender esto apelando razonablemente a los derechos Humanos y a la Constitución? Que yo sepa, tanto los primeros como la segunda, apoyan la libertad de conciencia, de expresión, de manifestación, de reunión…

Por ello, sería de agradecer que reconocieran a los demás, también a la Iglesia, lo que demandan en sus declaraciones. De otra manera, dan pie a conjeturar que el Sr. Delgado y su plataforma sólo buscan su ratito de gloria y satisfacer su ego haciendo que se hable de ellos, pues ante la perspectiva de reunir unas 2000 personas en su marcha, tienen que sentirse muy frustrados, impotentes y hasta envidiosos por el hecho de que sea casi millón y medio las personas que se van a reunir en torno al sucesor de San Pedro.
Cierto que en la sociedad actual conviven –y el Papa puede denunciarlo- dos opciones opuestas: la que cree en la indisolubilidad la institución natural del matrimonio; y otra que predica una simple convivencia humana que puede acabar por la libre decisión de uno de los convivientes. Estas opciones corresponden a sendas concepciones opuestas de la vida, el hombre y la sociedad. La primera, la iusnaturalista, se cimienta en valores humanistas tradicionales de Occidente como la trascendencia del cristianismo y la metafísica griega; la segunda, la positivista, nace del voluntarismo y la exaltación de lo sociológico y aún tiene que demostrar si la frecuencia de la actitud en cuestión no ha de ponerse en relación con el egoísmo o el hedonismo innatos del ser humano.

La primera opción defiende la plena realización de la vida sexual vinculada a la unión estable y definitiva y abierta a la procreación de un hombre y una mujer, es decir, al matrimonio. Pero en amplios sectores de la vida social no se respeta este principio y se opta por la segunda opción. Así, mientras el derecho natural ilumina la moralidad de las relaciones sexuales, el positivismo amenaza o lesiona la moral sexual, de forma que, en nuestro tiempo, los principios éticos son negados o contestados y se camuflan las relaciones desvinculadas de la estabilidad matrimonial con frecuentes eufemismos como “relaciones ocasionales”, “encuentros amorosos” o “convivencia extraconyugal”, que sustituyen a los tradicionales conceptos “fornicación”, “adulterio”, “contubernio”, “concubinato”, “amancebamiento”...

En cuanto al presunto delito que pueda cometer Benedicto XVI al dar una respuesta moral a los postulados del voluntarismo positivista desde el la Fe y el derecho natural, que valoran el amor y la sexualidad por el fin que tienen en sí mismos, una afirmación gozosa de un ser que se realiza libremente en la entrega incondicional a su ser amado, y que no es absoluto, porque se orienta a una finalidad superior (el amor estable del matrimonio y la procreación en el seno de la familia) sólo cabe considerar que predicar otra cosa es degradar la sexualidad en genitalidad, el amor en flirteo y la familia en una simple conveniencia de personas cuyo género es secundario. Por ello el miedo de algunos a que se llame al pan pan y al vino vino, en contra de la indefinición profesada cuando “en semejantes casos, por miedo a la carga semántica del sustantivo “matrimonio”, se prefieren los eufemismos ya aludidos u otros como “pareja” (de hecho, estable...), un lenguaje de por sí expresivo, porque “pareja” es término zoológico, mientras que “matrimonio” es término unívocamente humano”.