Jackson Browne
Paco Ochoa. 3 de octubre.
Probablemente sea uno de los últimos representantes de los días de gloria de la canción de autor norteamericana. Aquellos primeros años de la década de los setenta en la que unos jóvenes -James Taylor, Tim Buckley, Carole King- cogieron sus guitarras acústicas y, a la sombra de papá Dylan, llenaron las emisoras de medio mundo de melodías impecables, con letras que iban más allá de los tópicos e intentaban retratar una sociedad y a las personas que la formaban. La cosecha que nos dejaron contiene muchos discos inmensos y canciones que ya forman parte destacada de la memoria sentimental de una época. Nuestro protagonista de hoy es responsable directo de alguno de aquellos discos y de muchas de esas canciones.
Se llama Jackson Browne y nació en 1948 en Heidelberg (Alemania) donde su padre estaba destinado. A los tres años llegó a los Estados Unidos y ya adolescente comenzó su carrera en los ambientes folk de Los Ángeles en donde comenzó a ser conocido por su trabajo como compositor antes de grabar su primer disco. Este llegó finalmente en 1972 y junto con sus sucesores, For Everyman(1973) y Late for the Sky (1974), sigue siendo lo mejor que ha grabado. En estos tres trabajos están todas las claves que le han hecho único: una interpretación concisa con el sentimiento a flor de piel, unas instrumentaciones precisas y, sobre todo, algunos temas simplemente perfectos. Para el recuerdo quedan Doctor My Eyes, Jamaica Say You Will, These Days, For a Dancer y tantas otras muestras del talento del gran Jackson para crear historias que ya nos pertenecen a todos.
A partir de 1975, nuestro hombre vivió cerca del límite. Su primera mujer se suicidó, alcanzo el éxito masivo con una canción, Stay, que él nunca compuso, vivió un romance peligroso con la actriz Daryll Hannah, se comprometió cada vez más con ideas políticas poco populares en los USA y, supongo que cansado de tanto ajetreo, se vino para España y vivió algún tiempo en el barcelonés barrio de Gracia.
Ahora, y tras editar dos trabajos acústicos en directo, vuelve con su primer álbum en estudio en seis años. Se llama Time the Conqueror y resume las preocupaciones políticas, sociales y vitales de su autor. Más allá de las comparaciones con sus cumbres personales, esta nueva entrega se disfruta sin sorpresas. Aquí hay piezas deliciosas como Going Down To Cuba o The Arms of The Night, cortes que enganchan sin empalago como Giving That Heaven Away y conflictos estructurales marca de la casa en el que da titulo al álbum. Todo con una sutileza, un saber instrumental y una precisión en los arreglos de los que ya no se estilan.
Al final, sólo una pregunta. ¿Queda espacio hoy en día para tanta elegancia? Me temo que poco.