Jaque al populismo caziquil
José Luis Orella. Las fuerzas armadas de Honduras han puesto fin al último intento de “Mel” Zelaya por convertirse en el último peón del socialismo bolivariano. El presidente del congreso, Roberto Micheletti ha tenido que tomar posesión del cargo de presidente, como ordena la constitución. Honduras es una de las repúblicas más pequeñas de América, que vive de sus recursos agropecuarios, en manos de una minoría de oligarcas, entre los cuales figura la familia Zelaya. Desde el proceso de independencia, la mayor parte de estas repúblicas han vivido en manos de una oligarquía que ha vivido de la venta de materias primas a Gran Bretaña y EEUU, sin invertir jamás en educación ni en infraestructuras.
La inestabilidad política siempre fue constante en unos países donde el pronunciamiento militar era la única posibilidad que tenían liberales o conservadores en desbancar al contrario y ocupar el poder. Ambas fuerzas se alternaban cruentamente, con alianzas con las potencias anglosajonas, y desamortizaban a la Iglesia sus bienes para evitar su labor de promoción cultural y social del pueblo.
La profunda injusticia social marcada por esta gente tuvo como respuesta movimientos guerrilleros de izquierda, que fueron subvencionados por la URSS desde Cuba. La guerra fría provocó que Ronald Reagan tomase a Honduras como base segura de su proceso de volver a controlar el área, con el apoyo a la contra somocista y a la lucha antiguerrillera salvadoreña. Desde entonces, Honduras se convirtió en pilar básico para la política doméstica estadounidense en Centroamérica. Sin embargo, la sociedad hondureña paga las consecuencias de una economía más dirigida, una injusticia social mantenida desde la independencia y una violencia social provocada por las bandas juveniles.
La sociedad hondureña es una sociedad desvertebrada, después de una política anticlerical que exilió a la Iglesia durante siglo y medio de Centroamérica, y mantuvo a las masas mestizas en la miseria y el analfabetismo. La reivindicación de justicia por la Iglesia católica fue contestada por el envío masivo por parte de EEUU de misioneros evangélicos, que en el caso de Guatemala han convertido a la mitad de la población por sus promesas económicas. Para colmo sólo faltaba que el representante del caciquismo liberal, el presidente Zelaya, se reconvirtiera en líder populista, para acusar de la miseria al periodo del dominio español. Para evitar el descrédito del país, las FFAA hondureñas han tenido que responder a las llamadas de las instituciones del país.
De modo semejante a como en Ecuador fue instaurada la presidencia de Gustavo Noboa, quien siempre ha defendido su aval democrático, aunque hubiese subido al poder mediante un golpe de Estado. En esta ocasión, tanto los EEUU, como la UE no pueden desdecirse y contrariar la actuación del ejército hondureño, cuando si lo ha sido en Ecuador, e incluso se ha pedido al venezolano que haga lo propio.