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Diario YA


 

Una película del polifacético Clint Eastwood

Jersey Boys

Victor Alvarado.

Parece ser que este año hay un repunte del género del musical. Prueba de ello ha sido el estreno de una obra maestra como Amanece en Edimburgo de Dexter Fletcher, basada en las canciones del grupo escocés The Proclaimers, o la entretenida Begin again de John Carney que ya nos hizo disfrutar con la inolvidable y tierna, Once.

La sensibilidad musical del polifacético Clint Eastwood queda patente con Jersey Boys, que se inspira claramente en el exitoso musical de Broadway estrenado en 2005 y que nos traslada a los años 50 y 60 con bastante tino. Habría que decir que no es la primera vez que este realizador se adentra en el terreno de la música, pues ya lo hizo al contarnos la desastrosa vida del conocido saxofonista de jazz Charlie Parker en un mediocre film como fue Bird. De todas formas, el tono tan de musical digamos que resulta llamativo para un tipo “duro” que cumple su promesa de no aparecer en sus películas, si exceptuamos un simpático y original cameo.

Centrándonos en el largometraje, las cuatro quintas partes de Jersey Boys se pasan volando. Sin embargo, para explicar lo que pasa en la última quinta parte, se puede recurrir al símil de un ciclista que hace una gran etapa de montaña, pero pierde la fuerza en el último kilómetro y le birlan la etapa en el sprint final.
Para el reparto no se ha complicado la vida, pues ha contado con el ganador del Tony y protagonista de la obra de teatro original, John Lloyd Young junto al novel Michael Lomenda y dos actores como Erich Bergen y Vincent Piazza que han participado en series como Gosip girl o Boardwalk empire respectivamente.
Como dato curioso, los intérpretes tenían que estar atentos porque el cineasta, nacido en San Francisco, casi los filma por sorpresa y muchos ensayos eran aprovechados como toma válida para el montaje final. Y es que este realizador, a veces, es considerado como poco perfeccionista, sin embargo, seguramente de este modo, gana en frescura.

Desde un punto de vista antropológico, la producción nos parece interesante porque se plantea, si es posible que puedan conectar un grupo de individuos con estilos muy diferentes de vida, aunque tengan un objetivo común. Así que vemos como un personaje se deja llevar por la cultura hedonista sin ninguna ética, mientras que de otro personaje, con sus defectos, se percibe la educación católica recibida de sus padres que se muestran fieles a la Iglesia, destacando por la lealtad hacia sus compañeros y por el intento de mantener a la familia unida. Como detalle importante en relación a lo que estamos comentando, la gamberrada de forzar la puerta de una iglesia para cantar en ella, queriendo decir que en ese lugar sólo pueden cantar los ángeles, y el momento en el que un personaje importante de la ciudad en que reconoce el don del barbero como un regalo de Dios resultan bastante significativos.