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Diario YA


 

El último asesinado por los comunistas en Polonia

Jerzy Popiełuszko, el mártir de Solidaridad

José  Luis Orella. El 6 de junio fue beatificado Jerzy Popiełuszko, párroco de San Estanislao de Kostka, de Varsovia. La celebración en la Plaza del Mariscal Józef Pilsudski, fue presidida por monseñor Angelo Amato SDB, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y representante del Santo Padre, ante miles de personas que rebosaban la enorme plaza varsoviana. El último asesinado por los comunistas en Polonia llegaba a los altares de la beatificación.

Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre en Okopy, provincia de Bialystok, en el seno de una familia rural, profundamente católica. Su religiosidad le lle´vo a ser víctima de los ataques anticatólicos de los comunistas durante el servicio militar obligatorio. Tras cumplir con sus estudios eclesiásticos en Varsovia, fue ordenado sacerdote por el cardenal Stefan Wyszynsky, un 28 de mayo de 1972. Destinado como párroco de la Iglesia de San Estanislao de Kostka, desarrolló una intensa labor social con los más débiles de la sociedad. Capellán de Solidarnosc, el sindicato que se convirtió en movimiento de liberación nacional, defendió los derechos de la dignidad de la persona, y estimuló el perdón al verdugo. Por su labor de liderazgo social, pronto fue amenazado y espiado por los servicios de seguridad comunistas. Sus principales acciones, sin embargo, no habían sido políticas, sino celebrar las Misas por la Patria, y dirigir encuentros con los jóvenes, donde se explicaba las enseñanzas antropológicas y de Doctrina Social de la Iglesia desarrolladas por el cardenal Stefan Wyszyński y el Papa Juan Pablo II.

El 19 de octubre de 1984 cuando regresaba de Bydgoszcz, una pequeña localidad cerca de Torun, la ciudad universitaria del occidente polaco, fue secuestrado por tres funcionarios del ministerio del Interior, y salvajemente torturado. Finalmente fue ahogado con una piedra en el fondo del Vístula. D. Jerzy Popieluszko había muerto mártir con 37 años. Su funeral se convirtió en una manifestación anticomunista y de profundo fervor religioso. 600.000 personas participaron en el sepelio. Tres años después, Juan Pablo II visitó su tumba, al lado de su fiel y querida parroquia, y rezó por su compañero en el presbiterado.

Ahora es un ejemplo de sacerdote comprometido con su ministerio y la comunidad. Recientemente Rafal Wieczynski ha dirigido una película sobre la vida martirial del sacerdote polaco. Uno de los últimos mártires del comunismo europeo, que aún sobrevive en Asia y en América.