JESÚS, HIJO LEGAL DE JOSÉ, EL CARPINTERO DE NAZARET
Fidel García Martínez. Recordando los 150 años que el Papa Pío IX declaró a San José Patrono de la Iglesia Universal, el Papa Francisco dedica los miércoles en las audiencias generales a instruir sobre la misión de San José teniendo como referente su carta apostólica Patris Corde (Con Corazón de Padre), así como a reflexionar sobre la función esencial de San José en estos duros tiempos marcados por una crisis global.
San José no es el padre biológico, sino legal de Jesús y esposo de su Madre Virginal. Fiel custodio de la familia de Nazaret. Acepta los planes de la Divina Providencia en la Historia de la Salvación en la oscuridad total de la Fe cierta. Con la vida de san José están unidos los topónimos Belén (casa del pan) y Nazaret; dos lugares humildes que desempeñan un importante papel en la vida Jesús, conocido por sus paisanos como Hijo del carpintero durante la mayor parte de su vida.
La ciudad de Belén se menciona varias veces en el Antiguo Testamento como ciudad del rey David, del que desciende la genealogía de San José. De Belén de Judea proviene el Mesías, según la profecía de Malaquías, así lo recoge en su Evangelio San Mateo. Jesucristo, Hijo de Dios, no eligió Jerusalén como lugar para encarnarse, sino Belén y Nazaret, dos pueblos, según el Papa de las periferias judías; alejados del poder político y religioso, que residían en Jerusalén, en el Templo grandioso de Salomón donde se encontraba la teocracia de los sabios escribas y fariseos y el poder político y religioso de los sacerdotes (Sumo Sacerdote) y ancianos.
Jesús, dice el Papa Francisco nace en las periferias geográficas y existenciales. Busca a los pecadores, entra en sus casas, come con ellos y los llama a la conversión, busca a los pobres y a los enfermos. Acaricia a los niños y sana y perdona a las mujeres a las que trata con especial atención. San José también se mueve en las periferias existenciales y geográficas tiene que exiliarse con su Jesús y Maria para huir del odio asesino de los poderosos, como Herodes. Como Patrono de la Iglesia Universal es un referente para todos. Enseña, como dice el Papa, a fijar la mirada en lo que el mundo ignora deliberadamente y a atender a los más descartados y olvidados.