JESUCRISTO Y LAS MUJERES
Fidel García Martínez
Durante las manifestaciones transcurridas el pasado día de la mujer trabajadora, que este año ha tenido una resonancia especial al estar apoyado por una huelga general de las mujeres, se han vertido por algunos colectivos inspirados en la ideología de género duras acusaciones y muy graves descalificaciones contra la Iglesia Católica: sus fieles, sacerdotes y especialmente obispos que han tenido sus máxima expresión en los insultos y mofas contra el donostiarra, obispo Munilla, con total impunidad y desfachatez para provocar el mayor mal posible.
En los Evangelios no se formula ninguna imagen convencional de la mujer pero se la tiene muy en cuenta como se demuestra por el agradecimiento y el cariño de Jesús hacia ellas, en un contexto socio-religioso dominado por varones codiciosos y obsesiones por el poder. Además las mujeres son ocultadas e ignoradas y su mundo no es tomado en consideración. Pero la mujer ejerce un poder misterioso sobre el hombre como se puede observar en el relato de la Pasión sobre la presencia de la mujer de Pilato, o en la narración de la degollación de San Juan Bautista.
De los En Evangelios se puede deducir algunas conclusiones muy importantes de cómo trataba Jesús a las mujeres con las que se relacionaba. Así todos los milagros de resurrección afectan a las mujeres o acontecen para beneficios de ellas; las mujeres son las discípulas más fieles en la crucifixión, el entierro de Jesús y en la mañana de la resurrección: las mujeres donan por propia iniciativa dinero, o cosas de gran valor como perfumes y bienes. Las mujeres en su enfermedad recurren a Jesús con gran fe y valentía para ser curadas. Ciertamente Jesús no eligió a ninguna mujer para formar el colegio apostólico, pero fueron muchas las que lo siguieron y acompañaron en sus desplazamientos apostólicos, le sirvieron, como Marta y María, y contribuyeron con sus denarios. Tienen una presencia anónima, discreta y silenciosa como se deduce de los textos evangélicos: “Yendo por ciudades y aldeas, Jesús predicaba, le acompañaban algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos de enfermedades. María llamada Magdalena y otras varias que le servían de sus bienes”. Jesús rompe con la visión dominante del judaísmo de su tiempo. Para él tanto el varón como la mujer deben ser salvados y elevados a una estado de espiritualidad igual; pera a libra a la mujer del tabú de la sangre (episodio de la hemorroísa) la ha liberado de la carga de la pesada servidumbre (milagro de la mujer encorvada) y de la injusticia del repudio que hacía de la mujer una mercancía; de la responsabilidad única del adulterio. Pero es la Santísima Virgen María quien en los Evangelios ocupa el lugar más definitivo y más importante, tanto que en el momento supremo en la Cruz nos la entrega como Madre: Mujer hay tienes a tu hijos, (representados en el apóstol Juan).La importancia de Santa María Virgen es definitiva porque ella recuerda persistentemente la Encarnación de Dios. Valoración absoluta de la mujer. Como escribía el gran pensador ruso Berdiaefe: Las mujeres están destinadas a ser como el Evangelio, las portadoras de aromas. No es la mujer emancipada y convertida en igual al hombre, sino el eterno-femenino lo que desempeñará un papel preponderante en los períodos venideros de la historia”