Juegos versallescos: La sofisticación de la política post-moderna la termina haciendo cansina
Luis Losada Pescador Si la Generalitat declara la independencia el gobierno aplica el 155. Si el gobierno aplica el 155, la Generalitat declara la independencia. Y el orden de los factores sí altera el producto. Porque en este juego de pelota en tejado ajeno pierde quien dé el primer paso. Un paso que -además- nadie sabe ejecutar. Si la Generalitat declara la independencia ‘a la castellana’, ¿cuáles serán sus efectos reales? Ni un solo país la va a reconocer. Los bancos tampoco le obedecerán y no podrá cobrar impuestos. ¿En qué consiste exactamente ser independiente?
Por otra parte, si el gobierno aplica el indeterminado 155, ¿cómo lo va a ejecutar?, ¿qué pasa si Puigdemont se atrinchera en el Palau de la Generalitat protegido por los GEOs de los Mossos rebeldes?, ¿cómo se gobierna con un 40% de la población que te considera ‘fuerza de ocupación’?
Por eso Rajoy espera que pase de él este cáliz. Su primera esperanza es que las tensiones internas le lleven al mismo ‘Puchi’ a convocar elecciones. Expectativa desvanecida. Ahora su esperanza es que tras su aprobación el sábado del 155 y hasta su refrendo jurídico por el Senado sea ‘Puchi’ quien declare la independencia. ‘Cuelga tú. No tú. No tú, tonto’. Patético.
Y todo este juego floral obedece a la nula voluntad de confrontación, al ingenuo intento de evitar un choque de trenes que se ha demostrado inevitable. La Generalitat sabe que está en el bando perdedor. Sabe que se enfrenta a un Estado, a toda la Unión Europea y a la comunidad internacional. Aún así, pelea, sale a la calle, piensa con estrategia, tensiona el ambiente. Tienen un sueño y luchan por él.
¿Y España?, ¿tenemos un sueño?, ¿pensamos con estrategia?, ¿luchamos por él? En política los vacíos no existen, se cubren. La ausencia de ilusión españolista se cubre con mini-patrias de historia inventada. Chesterton decía que cuando se deja de creer en Dios se puede creer en cualquier cosa. Y cuando se olvida la gran patria que España es, la patria puede ser mi pueblo.
Ese es el pecado de Madrid. Lo ha confiado todo a las leyes olvidando algo tan relevante para la vida personal y colectiva como los sentimientos, los afectos, las ilusiones, los sueños, los proyectos. No es tarde porque lo único bueno de esta desavenencia es que hemos descubierto que España existe en cada rincón, que los españoles amamos y sentimos nuestra patria.
Un sentimiento primario, si se quiere, pero tan necesario como esa necesidad primaria llamada alimento. ¿Algún representante político ha olfateado siquiera esta realidad o preferimos profundizar en la orfandad? Sólo el Rey se ha hecho eco de ese sentimiento nacional…
En mi opinión, estamos ante la oportunidad histórica de revertir los errores de los últimos 30 años. Y eso pasa por aplicar un ‘155 educativo’ como reclama Albiol. ¿Alguien está en eso o el adoctrinamiento son ‘casos aislados’ como sostiene el PP? Por cierto, Albiol, ¿está callado o le han callado?
Esto no se soluciona con más misivas románticas, sino con declaraciones y acciones de firmeza. Dentro de la ley, pero con toda a ley. Estoy seguro que el pueblo español sabría agradecer que el ‘macho alfa’ apareciera. Pero para eso hay que tener lo que hay que tener: ilusión, sueño, proyecto y amor apasionado por España. ¿Es demasiado pedir?
El anzuelo del pescador
Elecciones en enero. Pacto PP-PSOE para elecciones en enero. Precipitado porque se hará en ambiente de shock favorable al secesionismo. Y además impide una gestión de reversión de los desmanes.
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Autocorralito. Los radicales fracasaron en su intento de salida masiva de depósitos. La realidad sin embargo, se impuso: 9.000 millones salieron sin que nadie lanzara ninguna consigna. ¿Por qué ese empeño en suicidarse?