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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La absurda aristocracia del deporte catalán

Miguel Massanet. Al tradicional izquierdismo que siempre ha venido caracterizando a la mayoría del pueblo llano catalán, no le cuadra todo aquello que tenga alguna relación con la monarquía.

Puede ser que los tiempos en los que la aristocracia de las grandes cortes europeas, como suministradora de noticias del corazón y alimento espiritual de millones de corazones femeninos ( y algunos masculinos, por qué no decirlo) que se quedaban extasiados, emocionados, fundidos y conquistados por las noticias de compromisos, bodas, nacimientos, separaciones y exequias de sus miembros; hayan entrado en decadencia, aunque aún son muchos los rescoldos que todavía se mantienen gracias a las pocas familias reinantes que todavía subsisten en el viejo continente. 
 
Gustave Le Bon, médico y sociólogo francés del siglo XIX, publicó “La psicología de las multitudes” donde hace referencia a la existencia de un “alma colectiva”, donde el individuo pierde su identidad, y se convierte en la “médula espinal de los movimientos multitudinarios”. El alma colectiva, según Le Bon, se forma cuando los sentimientos y pensamientos de los individuos se dirigen a una misma dirección. En sus “Aforismos del tiempo presente” Le Bon se expresa en los siguiente términos: “La primera fase de la evolución de una democracia triunfante, es la de destruir las antiguas aristocracias, la segunda es la de crear otras nuevas”. A muchos se nos ocurre trasladar estos pensamientos de sociólogo francés a la época presente y relacionarlos con lo que está sucediendo en la comunidad catalana con motivo de la explosión de nacionalismo excluyente que, como una epidemia, parece que se ha apoderado de sus gobernantes y de una parte de la ciudadanía, empeñados en hacer de un pedazo de España una república democrática independiente.
 
Al tradicional izquierdismo que siempre ha venido caracterizando a la mayoría del pueblo llano catalán, no le cuadra todo aquello que tenga alguna relación con la monarquía, la nobleza o las castas aristocráticas; pero, inconscientemente, tienen necesidad de encontrar sustitutivos, ídolos, personajes a los que poder encumbrar y convertirlos en el Becerro de Oro que, el hermano de Moisés, Aarón, les ofreció a los israelitas para que tuvieran algo tangible que adorar. En su euforia nacionalista han intentado apoderarse de todas aquellas figuras mediáticas, fueran deportistas, artistas, literatos o políticos, fagocitándolos y arrebatándoles la nacionalidad española para hablarnos del triunfo del “catalán” Pau Gasol en el balón cesto americano o las victorias de Nadal ( mallorquín) en el tenis mundial o las de la “catalana” Arancha Sánchez Vicario. Ni por equivocación hacen mención a la españolidad de tales personajes en su afán de acaparar para sí todos los méritos que se les pudieran atribuir. Acuérdense de cómo insistían en que la victoria de la Selección Española de Fútbol se había debido a los catalanes que jugaban en ella, haciéndose suyo el triunfo de “la roja”.
 
Ahora, en pleno desafío a la Constitución y al Estado de Derecho, han convertido a dos de sus más carismáticos jugadores de fútbol en lo que pudiera ser la imagen de esta nueva aristocracia catalana. Uno de ellos, me temo que más forzado por las circunstancias que por su propia voluntad, ha sido el jugador de FCB, Lionel Messí, un extraordinario futbolista y una excelente persona al que, sin embargo, los catalanes separatistas se han empeñado en convertir en un símbolo del catalanismo y lo han elevado a los altares del Olimpo convirtiendo a su hijo recién nacido, el pequeño, Thiago, en una representación del power separatista. El otro caso, el del futbolista Pique todavía tiene un perfil más oscuro ya que se sabe de él que tiene claras simpatías por el separatismo. El hecho de que se haya unido a una cantante de fama, Sakira, y hayan concebido un hijo, ha sido jaleado por la prensa catalana, con La Vanguardia del grupo Godó a la cabeza, hasta llegar a sobrepasar el límite de lo razonable para convertirlo en una desmesurada loa, completamente injustificada por el hecho de que el abuelo del niño, el padre de Piqué lo haya inscrito ya como socio del intocable CFB.
 
 Una horterada como cualquier otra, que se le puede perdonar al anciano por su edad y por sus ideas, pero que resulta incomprensible que un periódico que presume de seriedad, moderación y sentido común como es La Vanguardia, haya tenido la genial idea de dedicarle, al chaval las páginas centrales a todo color, con el título, evidentemente mejorable, de “Milán Piqué, tuitero y culé” ¡Deplorable, señores, deplorable! El periódico, subvencionado por la Generalitat, no ha tenido inconveniente en tocar fondo, hacer el ridículo y demostrar hasta que punto su director y toda su redacción están con el seso sorbido por la independencia catalana.
 
Ya sabíamos que el CFB, el Barça, era “algo más que un club” y que sus sucesivos presidentes han sido la flor y nata del catalanismo burgués. En él y en su estadio han tenido lugar los hechos más vergonzosos que pudieran tener lugar en un estadio deportivo y también en él se han cometido las escenas más impresentables, antipatriótica y repugnantes en contra de la Constitución española sin que nada haya sucedido ni se hayan tomado medidas para impedir que ello volviera a suceder. Ahora son los jugadores del equipo los que recogen el testigo de sus presidentes para convertirse en los nuevos símbolos de la lucha catalana para poder “decidir” su futuro, que ellos, naturalmente, colocan fuera de los lazos con España. 
 
Mientras ocurren estas cosas en Catalunya el resto de España se pregunta ¿qué va a suceder ahora? Una declaración del Parlamento catalán en la que se declara Cataluña como un sujeto soberano con derecho a decidir con lo que se exceden en sus atribuciones, cometen un acto ilegal y contrario a las leyes nacionales, entre ellas la Constitución española y su propio Estatut, que juraron defender cuando asumieron sus cargos. Un verdadero asalto a la Bastilla sólo que, en este caso, no ha sido el pueblo español el que se ha rebelado contra la opresión monárquica, sino que, como en octubre del año 34, unos pocos filibusteros de la democracia han querido romper sus lazos con España pensando que, con ello, iban a conseguir que el resto de España cediera y accediera a sus pretensiones.
 
Ahora la pelota está en el tejado del Gobierno. El señor Rajoy tendrá que demostrar de qué parte está, si los que lo votamos estuvimos acertados o no hicimos más que poner al mando de la nación a otro politicastro de estos que se arrugan cada vez que surge una dificultad. ¿Vamos a seguir financiando a Catalunya para que los separatistas se dediquen a crear sus propios órganos de gobierno para cuando se separen de España? o ¿vamos a seguir consintiendo que las leyes estatales sean sistemáticamente incumplidas en Catalunya? O, ¿vamos a consentir que las calles de todos los pueblos catalanes estén invadidas de senyeres esteladas sin que aparezca una solo bandera nacional? Tenemos la impresión de que ha llegado el momento en el que las grandes frases, las declaraciones rotundas y las amenazas deben dejar lugar a los hechos. Los hechos que pongan en solfa la decisión del Gobierno de hacer que se cumpla, a rajatabla, la Constitución, que se respeten los derechos del pueblo español a hablar el castellano y a estudiar en él en todo el territorio nacional y que se ponga coto, de una vez para siempre, a las amenazas, los actos de insumisión, los desplantes y las insidias de los que se valen los independentistas para tratar de socavar el Estado de Derecho español. O así es como contemplo, señores, los peligros que amenazan a esta región.