La Biblia - Lectio Divina (III ): Los Guardianes de la Palabra
Daniel Ponce Alegre. Teólogo y Antropólogo. Desde el punto de vista humano, la supervivencia de la Biblia no era de esperar.
Las comunidades que la produjeron experimentaron pruebas tan difíciles y opresión tan enconada que realmente es extraordinario que la Biblia haya sobrevivido hasta la actualidad.
En los años anteriores a Cristo, los judíos que produjeron las Escrituras Hebreas, el Antiguo Testamento, Antigua Alianza es una denominación más exacta, eran una nación relativamente pequeña. Moraron en peligro entre poderosos estados, envueltos en luchas por la supremacía. Para sobrevivir, Israel tuvo que pelear contra una sucesión de naciones como los filisteos o palestinos, los moabitas, los amonitas y los edomitas entre otros pueblos extremadamente violentos, salvajes y con todo tipo de cultos a baales o dioses que les exigían sangre humana.
Durante una época en que los hebreos estuvieron divididos en dos reinos, el cruel Imperio Asirio casi elimina el reino del norte o Israel, mientras que los babilonios destruyeron el reino del sur o Judá y se llevaron en cautiverio al pueblo; sólo un resto regresó a su tierra 70 años después.
Además, recordemos que hasta hay informes de intentos de genocidio contra los israelitas. Allá en los días de Moisés, 1500 a.C, el Faraón Tutmosis III, ordenó el asesinato de todos los varoncitos israelitas recién nacidos. De haberse producido este hecho, se habría aniquilado a los hebreos ( Éxodo 1: 15 - 22 ).
Mucho tiempo después, cuando los persas dominaban a los judíos, enemigos de los judíos procuraron que se aprobara una ley para exterminarlos, el fracaso de aquella conspiración todavía se celebra hoy en las comunidades judías en la fiesta de Purim.
Después, cuando los judíos fueron subyugados por Siria, el rey Antíoco IV se empeñó en helenizar a la nación judía mediante obligarla a seguir las costumbres griegas y adorar a los dioses griegos. Aquellos esfuerzos también fracasaron. En vez de ser eliminados o asimilados, los judíos sobrevivieron, en contraste con la mayoría de los grupos nacionales a su alrededor, que desaparecieron del escenario mundial.
Las Escrituras Hebreas de la Biblia sobrevivieron con ellos.
Los cristianos, que produjeron la segunda parte de la Biblia, el Nuevo Testamento o Alianza, también fueron un grupo oprimido. A Jesús, su Caudillo, se le dio muerte como a un criminal común. En los primeros días después de su muerte las autoridades judías trataron de acabar con los cristianos. Cuando el cristianismo se esparció por otros países, los judíos los persiguieron sin piedad y obstaculizaron su obra misional ( Hechos 5: 27 y 28; 7: 58 - 60; 11: 19 - 21; 18: 5,6. ).
La tolerancia inicial de las autoridades romanas cesó en los tiempos de Nerón.
Tácito se jactó de las torturas intensas que aquel cruel emperador infligió a los cristianos, y desde su tiempo en adelante el ser cristiano estaba penado con la muerte.
En 303, el Emperador Diocleciano obró directamente contra la Biblia, para acabar con el cristianismo ordenó la quema de todas las Biblias.
Aquellas campañas de opresión verdaderamente ponían en peligro la supervivencia de la Biblia y de los cristianos que la tienen como la Palabra de Dios, su Alimento y Espada.
Si a los judíos les hubiera ocurrido lo mismo que a los filisteos y a los moabitas, o hubieran tenido éxito las persecuciones de judíos y romanos contra los cristianos, ¿quiénes habrían escrito y conservado la Biblia ?.
Felizmente, los Guardianes de la Biblia: primero los judíos y después los cristianos, no fueron eliminados y la Biblia sobrevivió.
Ahora bien, surgió otra seria amenaza, en esta ocasión no contra su supervivencia sino contra su integridad y fiabilidad.
De ella hablaré, Dios mediante, en un próximo artículo.