Los pitidos escuchados el domingo por la noche en el minuto de silencio por el fallecimiento de Luis Aragones nos llevan a una serie de reflexiones.
En primer lugar que aquellos que hacen uso del término “La Catedral” al referirse, ahora también con el campo nuevo, al estadio donde juega el Athletic de Bilbao, hace tiempo que hacen el ridículo. Un estadio donde era imposible guardar minutos de silencio por los muertos en ataque terroristas, y donde la afición de otros equipos tuvieron que dejar de asistir al ser, siempre, violentamente amenazados por el uso de banderas de España.
Es verdad que fueron no más de mil los que silbaron, a los que se les escucha mucho en un campo silencioso, como que también lo es que el resto callaron como gallinas, así como que al final del minuto hubo aplausos, aunque tímidos.
¿Y cuál fue el delito de Luis Aragonés? Conquistar la Eurocopa con España y sentirse español. ¿Los pitos fueron por ser seleccionador de España? No, ya que entonces Javier Clemente, que también ha sido seleccionador, no podría ni pisar el estadio.