Principal

Diario YA


 

La Ciudad Muerta de E.W. Korngold

Luis de Haro Serrano

Noventa años después de su estreno simultáneo en los teatros de Hamburgo y Colonia  el 4 de diciembre de 1920 se presenta por primera vez en Madrid esta gran ópera de E. Wolfgand Korngold. Una obra que, a pesar de haber triunfado plenamente desde la fecha de su estreno y la aceptación general del público, fue injustamente apartada de las habituales programaciones de la mayoría de los teatros europeos por lo que durante  un tiempo fue considerada como maldita.

El Teatro Real la ofrecerá  en nueve sesiones desde el 14 al 30 de junio con una producción realizada por el Festival de Salzburgo en coproducción con la Staafsoper de Viena. El maestro  alemán  Willy Decker asume la dirección de escena y Pinchas Steimberg dirige a la Orquesta Titular del Teatro y al Coro de la Comunidad de Madrid al que en esta ocasión se le une su Coro de Niños. Un acreditado doble reparto completa el equipo artístico.

Korngold nació en 1897 en Brno –actual República checa- cuando estaba dominada  por el todavía imperio austro-húngaro. Debido a su ascendencia judía y al temperamento dominante de  su padre, Julius Korngold, un acreditado crítico musical de Viena, su vida transcurrió por un camino lleno de dificultades, a pesar de que fue él quien lo inició en el campo de la música, llegando incluso a preparar conjuntamente bajo el seudónimo de Paul Schott, el libreto de esta obra basado con bastante fidelidad en la novela del escritor George Rodenbach “Brujas, la ciudad muerta” que sirvió para dar  título a su ópera “Die tote Stadt” realizada en tres actos. Una obra fresca y actual que recoge con gran inspiración las inquietudes estéticas del momento en las que se mezcla cierto aire de neorromanticismo con claras alusiones a la naciente teoría sicoanalista, desarrollado con  un gusto y talento lleno de un cromatismo muy variado  y cierta morbosa sensualidad.

A los 19 años ya había compuesto su primera ópera “Violette” y a los 23 la tercera, “La ciudad muerta”, con la que alcanzó un éxito que le llevó a la cumbre de la fama.  Su estilo puede considerarse como una mezcla  de los de Puccini y R. Straus. La elegancia y técnica de sus trabajos, especialmente los orquestales y operísticos, le han equiparado a compositores como  Hindemith, Weill o R. Straus .

Según Pinchas Steimber “las composiciones de Korngold están dotadas de una música  “sui géneris”. Incorpora las influencias recibidas de compositores como G. Mahler y, sobre todo, de su  maestro Alexander Zerlimsky. Parece imposible lo que su música puede hacer con la escritura. Me llegan al alma sus progresiones armónicas y su sentido melódico. El sentimiento que de ella se desprende tiene un trasfondo judío muy fuerte”. Al hablar de la influencia que los compositores ejercen entre si, comenta con cierto humor  que “Die tote Stadt” es la ópera que G. Mahler nunca escribió.

50 años después de su muerte (Los Angeles, 29-11-1957) Korngoldt es un autor que poco a poco ha ido avanzando en  conocimiento y reputación. Las obras que más fama le aportaron en su forzada estancia en América fueron las correspondientes al tiempo  vivido en  Hollywood durante los años 30 y 40 dedicados preferentemente al cine, para el que compuso la música de títulos tan populares como ”Robín de los Bosques” y “El Halcón del Mar”.
En el libreto se mezclan el sueño y la realidad situados en el ámbito de dos corrientes artísticas; el  simbolismo  propio del fin de siglo y los amargos efectos de la Primera Guerra Mundial.  Tardó cuatro años en componerla porque durante ese periodo tuvo que cumplir con sus deberes militares. A su vuelta la obra sufrió un largo proceso de reorquestación. Un nuevo concepto de la melodía le llevó a reforzar poderosamente la instrumentación, especialmente en los bloques de la cuerda, los metales,  la percusión y las arpas. Durante la primera etapa de trabajo compuso el aria más recordada, La canción de Marietta, más conocida como “la canción del laud”. Un pasaje que pronto se hizo  muy popular. En su desarrollo casi ningún personaje se representa a si mismo. En ellos se da un sencillo dualismo romántico.
La partitura esta cargada de una nostalgia descrita con matices muy variados dotados de gran fuerza y expresividad melódica.

El argumento se desarrolla en la ciudad belga de Brujas a finales del siglo XIX. Narra una romántica historia de amor en la que los recuerdos del protagonista, Paul, transcurren entre el sueño y la realidad. Al final, gracias a la ayuda de su amigo Frank  consigue librarse de las ataduras de sus recuerdos huyendo de Brujas,  la ciudad que considera muerta.  
El equipo artístico.-En esta opera de Korrngold todo encaja a la perfección; su denso libreto, la partitura llena de nostalgia, la dirección de Pinchas Steimberg, la sencilla placidez de la puesta en escena de Willy Decker y, sobre todo, el sorprendente trabajo realizado por todo el elenco vocal encabezado por los dos grandes protagonistas, Paul y Marietta.
Pinchas Steimberg, como el mismo ha comentado, ha huido de hacer una dirección convencional para centrarse en un trabajo realista más de acuerdo con las claras indicaciones del autor, con objeto de poder resaltar al máximo la belleza que la partitura  contiene para  que el aficionado  pueda apreciar al máximo sus grandes valores. Con gran profesionalidad ha sabido transmitir esa idea a la orquesta que ha realizado un trabajo excepcional con una entonación impecable, especialmente en los metales y la percusión
Willy Decker, ha concebido una dirección de escena bastante sencilla pero muy efectista en determinados momentos, ha sido fiel a su deseo de no querer trasladar al espectador sus personales ideas sobre la obra para que sea este el que se haga su propia composición de lugar y saque sus particulares conclusiones y sentimientos, para lo cual ha diferenciado con una plasticidad clara los momentos oníricos de los reales, utilizando además, la vieja técnica del teatro dentro del propio teatro, moviendo a los cantantes en esa atractiva línea.

El trabajo de la parte vocal,  –coro de niños incluido- transcurrió a lo largo de toda la obra con  un altísimo nivel artístico, destacando las intervenciones  de Lucas Meachen en su doble papel de Frank y Pierrot y Nadine Weissmann (Brigitta). Las voces de  Klaus Florian (Paul) y  Manuela Uhl (Marietta) fueron extraordinarias por su calidez, su amplio registro, elegancia y expresividad, sin olvidar su excelente dominio de la parte escénica.
Sin duda una ópera para recordar.