Pedro Sáez Martínez de Ubago. Coincidiendo con la festividad litúrgica de San Francisco de Javier, sin duda el navarro más universal de todos los tiempos, el 3 de diciembre se celebra también el día de Navarra. Esta celebración de carácter oficial se instituyó el 16 de agosto de 1982, tras la entrada en vigor de la denominada Ley Orgánica Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral.
Este lunes el acto se ha desarrollado en un clima marcado por la crisis económica, y la debilidad de un gobierno regional de UPN en la cuerda floja, apoyado por sólo 19 de los 50 escaños que componen el Parlamento Foral, y con unos presupuestos prorrogados para 2013 ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo con los demás partidos de las Cortes de Navarra, donde toda la oposición, salvo el PPN, ha votado la devolución del anteproyecto de las cuentas para el año que viene, que incluían un gasto no financiero de 3.384,49 millones de euros, un 8,8 % menos que este año de 2012
Según palabras de la presidenta, Yolanda Barcina, "Unas elecciones anticipadas no son oportunas para solucionar el verdadero problema que tenemos en nuestra comunidad" […] y Navarra contará con "unos presupuestos prorrogados que permitirán al Gobierno seguir gestionando la difícil situación económica que estamos atravesando". El tiempo lo dirá.
Pero más importante es que, después de muchos años, junto al Himno de Navarra, se ha interpretado también el Himno Nacional. Esto ha sido posible gracias a una moción de la parlamentaria popular Ana Beltrán, presentada el 24 de noviembre y sacada adelante con el apoyo de los 4 parlamentarios del PP, los 19 de UPN, la abstención de los 9 del grupo socialista y la oposición de todos los demás (Bildu-Nafarroa 7, Nafarroa Bai 6, e Izquierda-Ezkerra 3).
Con valentía, la parlamentaria del PPN Ana Beltrán, sostuvo que "sólo se interpreta en Navarra en un acto solemne, el homenaje a los Reyes de Navarra, con presencia de los Príncipes de Asturias", y "puede que también en alguna ocasión con la visita de los Reyes o el presidente del Gobierno, es decir, que tiene que venir alguien de fuera para poder escucharlo". Y, en consecuencia, se preguntó, "por qué no se interpreta el himno con motivo del Día de Navarra, o la entrega de la Medalla de Oro de Navarra o el Homenaje a Navarra". "No tenemos reparos en declararnos navarros y españoles, lo mismo que la mayoría de ciudadanos de esta Comunidad". Finalmente señaló que con esta moción se busca que "quede reforzada y recordada nuestra pertenencia a la nación española".
En una región, como la Comunidad foral Navarra, donde se viene incumpliendo sistemáticamente la Ley de Símbolos ante la pasividad de las autoridades locales, regionales y nacionales, resulta esperanzador ver iniciativas como ésta de la parlamentaria popular Ana Beltrán, o la que el 27 de junio adoptó el pleno del Ayuntamiento de Garínoain, que no se encaminan a otra cosa que al cumplimiento de la legalidad vigente, en este Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; en que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado; y cuya forma política es la Monarquía parlamentaria, que todavía se llama España.
Así, aunque los presuntos eruditos de cada terruño quieran prostituir y falsear la historia, según los intereses del caciquillo de turno de la taifa que les llena los pesebres a costa del erario de todos los españoles, acudiendo en serio a las fuentes historiográficas y bibliográficas, hace unos miles de años que la actual Pamplona estaba habitada por los vascones, que nada tenían étnicamente que ver ni con los várdulos, ni con los caristios, ni con los autrigones, pueblos que darían lugar a la etnia vasca, que no vascona. Del mismo modo los historiadores se refieren a dos pueblos distintos, uno romanizado y cristianizado, Navarra, y otro no, el correspondiente a las actuales Guipúzcoa y Vizcaya y norte de Álava. Dos entidades que han seguido trayectorias muy diferentes, y hasta de rivalidad histórica. Recuérdese en este sentido que las crónicas de los generales musulmanes de los siglos VIII y IX ya cuentan cómo los que hoy se llaman vascos, entonces seguían adorando al fuego y los árboles, y no intervinieron en la batalla de Roncesvalles, cuya gloria es sólo de los vascones (navarros), los aragoneses y sus aliados del Islam.
Volviendo a la celebración del día de Navarra y al hecho de que se haya interpretado el Himno nacional, con una lectura a la luz de lo acontecido en España durante los últimos meses, sólo cabe observar que el acatamiento de la Ley pactada de 1982 sobre el Amejoramiento de los Fueros de Navarra que deriva de los principios jurídicos derivados de los pactos políticos entre Navarra y el Estado, se reafirma el Sistema Foral integrado en la unidad de la Nación española.
Este principio de respeto a la Unidad no lo contienen los Estatutos, de las regiones separatistas que divagan sobre el pueblo catalán o el pueblo vasco (euskal-erría); sobre la nacionalidad sin nación, y proclaman el autogobierno como si fuera inmanente en lugar de otorgado por la Constitución de los españoles. Ni una sola vez se cita a la Nación española ni su pertenecía a España, como los hace el Amejoramiento Foral, ni la condición de ciudadanos españoles de vascos y catalanes como promulga el Estatuto gallego.
Así, cuando la Unidad con España ha sido soslayada en los estatutos, por omisión calculada de los separatistas, convendría que el Gobierno de la Nación tuviera presentes, no los votos de las taifas en las Cortes Generales, sino las palabras del II marqués de Estella que afirman: "No importa nada que se aflojen los lazos administrativos; más con una condición: con la de que aquella tierra, a la que se dé más holgura, tenga tan afianzada en su alma la conciencia de la unidad de destino, que no vaya a usar de esa holgura para conspirar contra aquélla".