La conciencia del juez le recordará todos los días la imagen de Mari Luz
Joaquín Tomás Fortunati Cendrero. En la joven democracia española hay muy pocas cosas que funcionen medianamente bien, esperemos que a medida que vayan pasando años e incluso siglos, esta joven democracia irá madurando y asentándose en este viejo país. Naturalmente una de las cosas que no funcionan es el poder judicial. La clase política manipula a su gusto los grandes tribunales y cuando las causas llegan a estas alturas se deciden por el número de votos y es ahí cuando la independencia judicial brilla por su ausencia. Los altos tribunales deben ser elegidos por los mismos jueces y la política debe mantenerse al margen, si no queremos una justicia mediatizada y dependiente.
Esto unido a la falta de medios de todo tipo, tanto personales como informáticos de los juzgados, se transforma en un tremendo caos en el que estamos inmersos y que tarde o temprano nos salpica a todos. Supongo que será muy difícil que las sentencias que vayan dictando los tribunales se cumplan inmediatamente por la cantidad de retraso que acumulan todos los juzgados, pero creo que hay que priorizar y no meter a todos en el mismo saco, pues no es lo mismo que un ladrón ande suelto por la calle aunque haya robado mucho, que un violador o pederasta se pasee a gusto por cualquier barriada de nuestras ciudades dispuesto a hacer cualquier barbaridad con la primera criaturita que se encuentre.
Todo esto viene a colación porque hace unos días vi una foto de la niña Mari Luz y no puedo olvidar la expresión de su cara, con esos ojazos que tenía tan llenos de vida y que fueron cerrados por un degenerado que tenía que estar pudriéndose en la cárcel cumpliendo condena por otra acción semejante. No sé quién será el culpable de semejante error, pero no quisiera estar en su pellejo porque hay un juez supremo que es muy superior a cualquier estamento del poder judicial; este juez se llama conciencia y esta no se conforma, ni se aplaca con una multa de 1.500 euros, ni tampoco huyendo de lo penal. Esta le va a recordar todos los días de su vida la imagen de Mari Luz cuando se quede solo o vaya a acostarse y seguro que no va a poder dormir tranquilo el resto de su vida. Hay errores irreparables e imperdonables. Por mi parte solo me queda mirar al cielo y con toda la impotencia del mundo mandarte un besito, Mari Luz.