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Diario YA


 

La crisis de Zapatero

Abel  Hernández. 9 de abril. El Jueves Santo invita especialmente al amor, a ejercer la caridad con el prójimo. Por eso haré un esfuerzo de comprensión hacia el presidente Zapatero, tan vapuleado estos días por unos y por otros a cuenta de la filtrada crisis de Gobierno. Tanto la prensa como los responsables de la oposición le han puesto como no digan dueñas. No vale la pena echar más leña al fuego. Lo civilizado y caritativo es esperar a ver si, a pesar de todo, suena la flauta por casualidad.

En vez de formar un Gobierno técnico de prestigio, con inclusión de independientes, ha recurrido a los reservistas del partido, llevándose a la mesa del Consejo de Ministros al presidente y al vicesecretario general, y dando al reajuste un carácter más político, más partidista, en busca de una mayor cohesión interna y de una mayor eficacia. Zapatero, en todo lo que hace, está siempre pensando en las elecciones.

El relevo de un agotado Solbes al frente de la Economía por la emergente Elena Salgado, respaldada por el incombustible Rubalcaba a pesar de sus brotes de tensión alta, es seguramente la clave del cambio. Lo que pasa es que todo el mundo esperaba en este puesto a un profesional destacado que contribuyera a levantar algo la confianza del mercado. Pero cuando menos con ella entra una bocanada de aire fresco. Ahora tendrá ocasión de mostranos a todos sus virtudes. Lo de Chaves, depende. Si viene a poner orden en el desbarajuste autonómico que él conoce de cerca y a recuperar la cohesión nacional para poder afrontar la crisis con alguna garantía, estará bien. Si, por el contrario, le ha colocado ahí Zapatero para pastelear con los nacionalistas y conseguir su voto en el Congreso, será pan para hoy y hambre para mañana. Por lo demás, le ponen en bandeja a Javier Arenas la posibilidad del triunfo en Andalucía a poco que las circunstancias ayuden.

Lo de Trinidad Jiménez es un reconocimiento a los servicios prestados. A Bernat Soria se le ha apagado pronto la estrella y se ha vuelto a sus experimentos. A César Antonio Molina le ha echado el “progresista “lobby” del cine. La nueva ministra, Ángeles González-Sinde, ha sido la más criticada de la historia antes de tomar posesión. A mi me ha gustado el nombramiento de Ángel Gabilondo, por fin un peso pesado, al frente de Educación, con las Universidades incluídas, que rectificar es de sabios. ¡Por fin un filósofo -y también teólogo- en el Gobierno! ¡Por fin alguien que piensa y que no embiste! Ya tiene Iñaki un hermano ministro. En principio, el mejor para frenar la oleada estudiantil anti-Bolonia y para intentar la imprescindible reforma universitaria.

Desde la oposición han dicho de todo: que lo que falta es el libreto, el director de orquesta, el capitán el barco, el rumbo, etcétera. Que no hay que echarle la culpa a la orquesta o a la tripulación. Las metáforas fáciles han proliferado. O sea que la única crisis de verdad es la de Zapatero. Lo otro son variaciones sobre el mismo tema. En el espíritu del Jueves Santo no queda más remedio que desearle ánimo y buena singladura en medio de la tempestad que arrecia. 

 

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