La cruz, el balonmano
La selección española de balonmano cayó hoy por 28-21 ante Francia y dijo adiós a sus opciones de finalizar primera en su grupo de los Juegos Olímpicos tras firmar su peor partido del torneo, plagado de errores, demasiados ante un rival de la calidad de los franceses.
España nunca tuvo opciones ni siquiera de inquietar. Cedió muy pronto una gran ventaja en el marcador y, pese a un pequeño amago de reacción al comienzo de la segunda parte, no tuvo continuidad en un mal día de los de Juan Carlos Pastor, que ahora deberán asegurar ante Brasil la tercera plaza.
El equipo francés demostró el por qué de su condición de enemigo históricamente complicado para el combinado nacional. Los de Claude Onesta, amparados en sus virtudes (Omeyer, la defensa y la velocidad), y ayudada por los errores infantiles de los españoles, no perdonaron las concesiones y se encontraron un partido más cómodo de lo esperado.
Un severo parcial de 7-0 rompió el choque a favor de Francia, sin que ésta hiciese más que beneficiarse de las continuas pérdidas en ataque de la campeona del mundo de 2005, sin ideas en ataque ante el muro galo. Así, del 1-2, se pasó a un demoledor 8-2 con los franceses corriendo múltiples contraataques y sacando partido a la táctica española, errónea por las malas decisiones ofensivas, de sacar a un jugador en lugar del guardameta en las inferioridades.
AMAGO DE REACCIÓN.
Con la delantera en el marcador, y pese a no contar con la mejor versión de Nikola Karabatic, al combinado galo le bastaba con el trabajo de sus extremos (Guigou y Abalo) y del pivote Bertrand Gille, eficaz en toda la pista. Sin defensa y sin poder correr, España no ofrecía argumentos para la esperanza al descanso (16-10).
Sin embargo, la selección salió más centrada en la segunda mitad y un parcial de 0-3 hizo soñar con una remontada como la producida ante Polonia. David Barrufet cooperaba con buenas acciones y el combinado nacional recuperaba cierta frescura.
De todos modos, fue un espejismo. El inicio no tuvo continuidad, retornaron los errores y, además, Thierry Omeyer empezó a amargar como de costumbre al ataque español, por lo que el marcador se volvió a estirar hasta los siete goles (20-13). Karabatic se unió entonces a la fiesta y acabó con cualquier atisbo de remontada.