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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La decadencia de España

Miguel Massanet Bosch. El gran filósofo nacional, don José Ortega y Gasset, en una artículo, “Moralejas” escrito en El Imparcial de 6 de agosto de 1906, hace la siguiente observación: “En resolución, únicamente donde los ciudadanos piensan cada uno  sus pensamientos, podremos esperar ponernos alguna vez de acuerdo al paso que, donde todos piensan a una, no hay acuerdo posible en las opiniones por la sencilla razón de que nadie opina y todos tienen uno o varios magistrados (consejeros) que se encargan de pensar por ellos. En estas sociedades suele hablarse harto de eso que llaman “opinión pública”, la cual – decía Nieztsche – no es más que la suma de las perezas individuales.  Leyendo a este acreditado autor uno puede llegar a la conclusión de que España ha dejado de pensar por si misma, que los 47 millones de habitantes en los que se han convertido los escasos 19 millones de principios del siglo XX, al menos en una parte importante, como decía Ortega, no piensa cada uno de sus pensamientos por esta especie de pereza mental a la que alude el filósofo, que se ha apoderado de una sociedad abúlica, escasamente leedora, con poco espíritu humanista, libertaria y que, a fuerza de sucesivos lavados de cerebro a cargo de los partidos políticos, la verdadera lacra de nuestro tiempo, ha ido perdiendo sus referencias éticas y morales procedentes de la educación cristiana, que le servían de guía y freno para combatir el egoísmo hedonista y la lascivia sexual, predominantes en toda Europa;: para entrar en una progresiva descomposición social, fruto de un materialismo imperante y corruptor que ha llevado a la pérdida de valores y que ha culminado en la moderna filosofía relativista del “ande yo caliente…”.

 
Ni que decir tiene que, los verdaderos inductores y causantes de que se haya llegado a esta decadencia que, en sólo 8 años, ha experimentado nuestra nación han sido las organizaciones políticas.  Oswald Spengler  el conocido autor de la Decadencia de Occidente, presentaba la historia universal como un conjunto de culturas (Antigua o Apolínea, Egipcia, India, Babilónica, China, Mágica, Occidental o Fáustica) que se desarrollaban independientemente unas de otras –como cuerpos individuales- pasando a través de un ciclo vital compuesto por cuatro etapas: Juventud, Crecimiento, Florecimiento y Decadencia, como el ciclo vital de un ser vivo. Podríamos decir, a la vista de donde han ido a parar en España todos aquellos antiguos valores que perduraron durante siglos, como la propia institución familiar; el respeto por los ancianos; el valor de esfuerzo y el trabajo; las responsabilización de los actos propios; la defensa de la vida etc. Incluso aquella cultura procedente de la influencia de las religiones, que hoy se rechaza frontalmente por el laicismo imperante en una gran parte de la sociedad, aportaban ciertos frenos, constituían saludables tabús para evitar una corrupción precoz de la juventud, algo que en la actualidad, gracias a los gobiernos socialistas y al feminismo se ha perdido por completo; lo que ha llevado aparejado que la permisividad legal de una legislación absurda, lleve permitiendo que, en nuestra nación, cada año, se lleven a cabo más de 100.000 abortos, basados simplemente en un concepto frívolo del derecho a la vida del no nato y en unos supuestos derechos de la mujer sobre su cuerpo, que la llevan a la consideración de que la maternidad es una carga en lugar de convertirse en una bendición. 
 
¿Ustedes creen que quienes llevan a cabo tales crímenes piensan en lo que hacen?, ¿se paran a reflexionar sobre la magnitud de la barbaridad que significa sacrificar a un ser vivo, para evitar las molestias de gestarlo? No, como decía el maestro Ortega y Gasset, todo es fruto de la pereza individual de pensar en la trascendencia de nuestros actos, ya que resulta más fácil seguir la corriente, “lo que dicen muchos, seguramente resultará ser cierto” o “ esto lo hacen los artistas de cine ¿por qué no imitarlos?” o “Si lo dicen los socialistas y yo lo soy ¿por qué no creerles?, “Bah, esto es cosa de los curas” o como nos decía aquella catástrofe de ministra, la señora Aído ( hoy vive a costa de los españoles como una reina en un cargo de la ONU con uno de estos sueldos que avergüenzan a cualquier persona decente), cuando afirmaba, en el colmo de la ignorancia “un feto no es un ser humano”. Si lo hubiera pensado su madre puede que nos hubiéramos librado de uno de estos parásitos que hoy pululan entre la gente rica.
 
Y es que, señores, cuando uno ve lo que están consiguiendo las modernas redes sociales que, a través de cadenas como Twiter o  Facebook, en unos pocos momentos se consiguen convocar grades concentraciones, verdaderas masas, a las que les basta una simple convocatoria, redactada por cualquier sujeto a quien se le haya calentado la “olla”, para movilizarse; aunque ello suponga ir de país en país o acudir a una manifestación en la que se hagan unas reivindicaciones de las que ni tengan idea. Gente que no reflexiona, que no piensa y se deja llevar por su instinto, porque es divertido o porque van mis amigos. Hoy basta que unos pocos, sin necesidad de mucho bagaje intelectual, se apropien de un megáfono y se pongan a gritar proclamas subversivas para que, inmediatamente, cuenten con una corte de seguidores capaces de cometer los más asombrosos actos vandálicos que, seguramente si hubieran tenido tiempo para pensar en lo que iban a hacer, no hubieran sido capaces de cometerlos.
 
Y para muestra un ejemplo. Los del famoso 15M, que ocuparon durante casi un mes la Puerta del Sol madrileña, que fueron capaces de causar pérdidas millonarias a los comercios de aquella zona, que consiguieron captar las simpatías de todos los descerebrados de nuestro país y los de otras naciones europeas, que se declararon apolíticos y que, lo único que deseaban, era conseguir trabajo; cuando se les pidió que redactaran un protocolo unificado; que expusieran, negro sobre blanco, sus reivindicaciones, resultó que las cientos de camarillas que se habían constituido en aquel totum revolutum,  fueron incapaces de ponerse de acuerdo porque, cada facción, solicitaba una cosa distinta y mantenía unas ideas que en nada coincidían ni con los demás corpúsculos ni con lo que había sido el leit motive de la concentración. 
 
Sin embargo, no debemos olvidar que, desde que el PP subió al poder, en España se está manteniendo, como si se tratara de un adagio sostenuto, un estado de sitio al Gobierno, que mediante manifestaciones, concentraciones sindicales, huelgas del sector público, huelgas privadas, alteración del orden en las calles etc; intentan obstaculizar la difícil labor que le dejaron, al nuevo Ejecutivo, los del anterior gobierno socialista, consistente en apechugar con las deudas que dejaron pendientes, el desfasado déficit ( 9’4% del PIB), los impagados de la CC.AA en las que habían gobernado; la mala imagen en el extranjero; la deuda pública disparada; los cientos de miles de funcionarios interinos que habían contratado; todo ello unido a un desempleo de 5 millones de parados y una situación, respecto a las autonomías separatistas, de absoluta impotencia, fruto de los distintos estatutos, especialmente el catalán, con poderes que lindaban con el auto gobierno. Siguen empeñados en ello cuando, por poco que uno reflexione sobre las alternativas que nos ofrecen al nuevo gobierno del PP, se dará cuenta de que no hay ninguna mínimamente razonable, cuando no un verdadero desafío a la integridad de nuestra nación y a la Constitución. Como decía Ortega: cada uno que ejercite sus pensamientos, aprenda a no dejarse influir por los de los demás y saque las consecuencias de lo que supone, para España, y los españoles equivocarse de objetivo.
 
Creo que deberíamos despertar del letargo antes de que ya no tenga remedio.