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Diario YA


 

Sarkozy abandonó las formas de derechas en cuanto subió al poder

La derrota del centro de Sarkozy en Francia

José Luis Orella. La derrota de la UMP de Nicolas Sarkozy ha causado un verdadero movimiento sísmico en el panorama político francés. En el viejo hexágono, Nicolás Sarkozy ha recibido un fuerte toque de atención por parte de un electorado que está acostumbrado a pensar, a criticar e incluso a dejar en ridículo a sus políticos, como fue su respuesta al Tratado de Lisboa. En esta ocasión, Sarkozy abandonó las formas de derechas en cuanto subió al poder, para repartir el poder entre diferentes cuadros de independientes procedentes de todo tipo de colectivos liberales e izquierdistas expulsados de sus colectivos. La falta de incoherencia demostrada con discursos de gran nivel, que hablaban de las raíces cristianas de Europa y la necesidad de moral en la política gala, contrastaba con un hombre derrochador en su vida particular, que va por su tercera mujer, y no se cierra a una cuarta, según los mentideros de la ciudad parisina. En vez de cambiar la sociedad francesa, en coherencia con el principio originario del gaullismo, ha iniciado una serie de reformas que le pone en peligro con su tradicional electorado: la reforma del sistema nacional de pensiones; reforma de las administraciones territoriales; reforma del sistema judicial e introducción de un impuesto ecológico, la tasa CO2.  

Detalles que han asustado a una derecha sociológica que no le gusta la esterilidad ideológica del centro, y quiere volver a una política sólida de valores de la derecha gaullista. Entretanto, la izquierda ha jugado a recuperar en momentos de crisis, el carácter de la izquierda solidaria, a través de la imagen maternal que proporcionan algunas de sus dirigentes. Los hombres se han escondido, aunque controlan los aparatos políticos respectivos. Pero Martine Aubry, como primera secretaria del Partido Socialista; Marie-George Buffet, secretaria nacional del Partido Comunista, y Cécile Duflot, líder de Los Verdes, son las muejres que han derrotado al pequeño aprendiz de Napoleón. Su derrota abona la recuperación de hombres como Dominique de Villepin y Jean-François Copé, que esperan el momento de convertirse en alternativa del fundador de aquel proyecto que fue la UMP, y que ahora algunos creen necesitaría una refundación hacia la derecha. En el centro no queda ni su máximo apóstol, François Bayrou, sobrevive con los votos rurales de un País Vasco francés, que se los otorga por su catolicismo y condición de padre de familia numerosa. A la derecha, Jean-Marie Le Pen, en Provenza-Alpes-Costa Azul, y su hija y heredera Marine, en Nord-Pas de Calais, con resultados espectaculares: 20,3% y 18,3%, rentabilizan la marca identitaria. El FN recobra su fuerza de los parados y trabajadores en precario que compiten en el mercado laboral con los norteafricanos.  En tiempo de crisis, los franceses vuelven a lo auténtico.