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Diario YA


 

El mismo camino

La derrota y el éxito de Zapatero

Lorenzo de Ara Rodríguez

Hay políticos que no son poderosos. Políticos que no son fuertes, egocéntricos, dispensadores de verdades absolutas. Pero son los menos. Vagan por algunas ciudades sin color, y están fríos, incluso en verano.

Hay que reconocer que el español identifica al político como un animal agresivo, manipulador, resistente y siempre ganador. Un depredador. Trabaja (¿) para alcanzar el éxito. A toda costa, cueste lo que cueste, y cueste lo que le cueste. Zapatero es un ejemplo de ese indomable anhelo por subir a la cumbre, y observar desde lo más alto el reino conquistado, arrasado, dominado.

PSOE y PP se han rendido a los nacionalistas catalanes. Carece de importancia que un tribunal, el que sea, acabe dictando una sentencia. Ellos, los nacionalistas, siempre en minoría, pero siempre tan ridículamente necesarios para la estabilidad del Estado, salen victoriosos del enfrentamiento. Amagan con romper, y no rompen porque el enemigo centralista cae de rodillas. Toman la calle, y Madrid se queda en casa, con la luz apagada, silenciosa, temerosa, violada. Quien dice Madrid, dice Cádiz,  Santa Cruz de Tenerife, La Coruña, Valencia, Mallorca, Huesca, Zamora.

Zapatero no ha ganado, ha perdido. Pero en esa derrota se deleita, porque ciertamente él no ha ambicionado otra cosa a lo largo de todos estos años.

Desde esa derrota fabrica el éxito. Su gran éxito. ¿Qué otra cosa ambiciona José Luis Rodríguez Zapatero que no sea la defunción de España? ¿Qué viene haciendo desde que ocupa el poder, aparte de echar abajo todo lo que sostiene a una vieja nación en la que no cree? La derrota de Zapatero es el éxito del propio Zapatero. Es lo único que no se discute.