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La doble moral de un ayuntamiento

Pedro Sáez Martínez de Ubago. Hacia las 1.10 horas de la madrugada del sábado al domingo, Viktor Simeonov Lauchev, vecino de Ansoáin de 26 años y de nacionalidad búlgara, fue asesinado de dos puñaladas en el Bar Tolo, sito en el Nº 10 de la calle Lapurbide, de este municipio navarro. Según varios testigos presenciales relataron, la agresión tuvo lugar tras una discusión, en la que la víctima recriminó su comportamiento a tres clientes del bar. Éstos reaccionaron apuñalándole mortalmente. El encuentro se produjo cuando la víctima se dirigió al establecimiento, un bar situado en el centro de la localidad de 10.603 habitantes, donde trabaja como camarera su mujer, embarazada de cuatro meses. Uno de los agresores sacó una navaja de dimensiones considerables, se le echó encima y le asestó dos navajazos en la zona abdominal, que le provocaron una gran pérdida de sangre. Aunque los servicios sanitarios desplazaron hasta el bar una ambulancia medicalizada procedente del parque de bomberos de Cordovilla, Simeonov llegó ya muy débil al Complejo Hospitalario de Navarra, "en estado de shock", según el parte médico, y ya nada se pudo hacer por salvar su vida.
La junta de portavoces del Ayuntamiento de Ansoáin acordó el domingo, en una reunión de urgencia celebrada a las 8.30 horas de la mañana, suspender las fiestas patronales como muestra de dolor por la muerte este vecino. Asimismo se decretaron dos días de luto oficial, que comenzaron ayer, y colocaron las banderas del Ayuntamiento a media asta como señal de duelo. "Lo único que hemos permitido es que las atracciones estén abiertas un rato por la tarde, sin música ni ningún otro elemento festivo, para que los más pequeños pudieran gastar las fichas que tuvieran en casa", declaró Antonio Gila, alcalde de Ansoáin (PSN). La propuesta de acuerdo municipal también incluye "una condena enérgica" del suceso. "Queremos transmitir nuestras condolencias más sinceras a la familia de Viktor en estos momentos tan duros, así como ponernos a su plena disposición para ayudarles en todo lo que podamos y necesiten", apuntó el alcalde.
Curiosamente, en el Nº 40 de la calle Berriobide de este mismo pueblo, a mil metros escasos del lugar de los hechos, se acaba de abrir el primer centro abortivo de Navarra, del cual es titular la empresa Cannaregio SL, al frente de la cual figura como administrador y socio único una persona bien conocida en el complejo empresarial abortista: José Miguel Gurrea Bilbao. El negocio del aborto en Navarra podría facturar un mínimo de 300.000 euros al año solo con los abortos oficiales. José Miguel Gurrea Bilbao, cuyo nombre figura como administrador y socio único de la empresa titular de la clínica de Ansoáin, es médico ginecólogo y administrador y/o socio de múltiples sociedades afincadas en la CAV relacionadas con otras clínicas abortistas, el sector sanitario y el sector inmobiliario.
La implantación de este local dedicado a la exterminación sistemática de seres humanos, aplastándoles el cráneo o que quemándolos con productos químicos, para luego descuartizarlos o incinerarlos y arrojarlos a la basura, una vez que entre en funcionamiento debería mover al Ayuntamiento y a los vecinos del pueblo a tener siempre las banderas a media asta y a no celebrar ninguna fiesta en tanto se mantengan sus actividades.
¿Por qué, cabe preguntarse, una muerte aislada causa semejante conmoción, mientras el infanticidio masivo y sistemático es admitido con la mayor indiferencia e incluso con apoyos oficiales? Da la impresión de que por este Ayuntamiento y los vecinos que acaban de elegirlo hace apenas cuatro meses, se practica una inadmisible doble moral que se rasga las vestiduras ante una pendencia de juerguistas y considera al abortorio como un coto de caza u otro bien comunal del municio.
Considerando que el abominable crimen del aborto sigue tipificado como delito en el vigente Código Penal, tal actitud puede muy bien traernos a la memoria las palabras de Antonio Cánovas del Castillo:”Para ésos que sólo admiten la naturaleza, no hay otra moral, a la larga, que la que cabe en el Código Penal; y aun ésta ha de guardarse allí muchas veces en vano”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO