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Diario YA


 

La eficaz manipulación de las TV facilita el adoctrinamiento independentista

“El propósito de la educación es mostrar a la gente como aprender por sí misma. El otro concepto de la educación es adoctrinamiento” Noam Chomsky.
Miguel Massanet Bosch. Puede que sea necesario insistir en dos de los puntos en los que creemos que el gobierno del señor Rajoy ha fallado. No es que pensemos que, cuando el PP decidió aplicar el Artº. 155 de la Constitución en la rebelde Cataluña, no tuvieran la intención, sana intención, de tomar medidas adecuadas para neutralizar ambos problemas, el de las TV locales y el del adoctrinamiento de los estudiantes en las escuelas públicas y las universidades. Sin embargo, lo que sí es cierto  es que, en su intervención en la administración de la autonomía catalana, no tuvo la valentía necesaria, la energía precisa y la decisión de no dejarse intimidar, para negar al señor Sánchez, del PSOE, su petición de que no se interviniera en la TV3 catalana, para evitar que, este importante foco del independentismo catalán, pudiera seguir con su labor proselitista, intoxicante, desinformativa y claramente discordante con las medidas gubernamentales, respecto a la necesidad de intervenir en Cataluña, para poner remedio a los desmanes del gobierno autonómico de la Generalitat y acabar con el intento del Parlamento de Cataluña de suplantar las funciones legislativas del Congreso y el Senado españoles, emitiendo sus propias leyes con la pretensión de suplantar la autoridad del Estado español y contradecir la Constitución de 1978, respecto a mantener la unidad de la nación española.
Tampoco, y reconocemos ignorar los motivos que han impedido a Rajoy y los suyos el que, las medidas de intervención puestas en práctica (en realidad sólo unas pocas), no hayan abarcado el poner remedio al adoctrinamiento, evidente y conocido por cualquier persona que mande a sus hijos a las escuelas públicas catalanas, que se les hace a los estudiantes, no sólo en cuanto a impedirles el uso del idioma español, sin respetar las horas lectivas que obligatoriamente deberían darse, sino en el trato discriminatorio que se les hace a los alumnos cuyos padres se quejan de que no se imparta enseñanza en castellano a sus hijos, a pesar de la serie de sentencias de los tribunales reconociéndoles tal derecho.
Dos aspectos de tanta trascendencia para Cataluña y España, parece que no han sido tenidos en cuenta en el momento de poner orden en la Administración de Cataluña. Si ya estuvo mal que, durante los años anteriores, a pesar de las numerosas denuncias que se han hecho respecto a la labor de los medios informativos catalanes, en especial  la TV3 y el Periódico de Cataluña, dos instrumentos adictos sin fisuras al independentismo catalán, tanto en su línea editorial como en cuanto a todos sus programas en los que, tanto presentadores como asistentes, no hacen otra cosa que reclamar la independencia y poner a caldo cualquier decisión que se tome desde el Gobierno de la nación española. El tema escolar tiene una particular gravedad por formar parte de una vergonzosa, manipulada y doctrinaria intriga del separatismo catalán, a base de una intencionada imposición de una historia tergiversada, un odio hacia el resto de España y una serie de inventadas reclamaciones, injurias, burdas falsedades y supuestas quejas, en contra del resto de la nación; evidentemente fruto de su intención de falsear los hechos y crear, en las mentes juveniles, un rechazo visceral en contra del resto del Estado español.
Si a uno le coge la humorada, en ocasiones gracias a una imposición que nos hacemos para confirmar que nada ha cambiado en las emisiones de la TV3 catalana, de escuchar algunos de sus programas informativos, presenciar sus tertulias, en las que todos los participantes son de la misma cuerda independentista y donde cualquiera que haga una observación atinada respeto al resto de España, es rápidamente anulado a base de reconvenciones, fanatismo doctrinario y cerrazón intelectual. Y siendo así, ante la evidencia de que nada se ha movido en la televisión local catalana, TV3, y que todos sus servidores, desde el botones hasta el director de la cadena, siguen constituyendo el mayor aparato de propaganda al servicio de la causa secesionista; resulta incomprensible que, el Gobierno, no mueva un dedo para evitar que se siga la campaña intensa de reclutamiento de separatistas, en unos momentos en los que tenemos unas elecciones autonómicas a pocos días vista y que las andanadas de esta cadena de carácter público, van dirigidas en contra de una parte de los partidos que se presentan como candidatos a ganar las elecciones. Es obvio que se está produciendo una situación en la que la Junta Electoral debiera de tomar medidas ante la clara preferencia y falta de parcialidad demostrada por la sectaria cadena televisiva catalana, la TV3.
Contrariamente al optimismo que parece que se ha puesto de moda en el gobierno del señor Rajoy, somos muchos los españoles que seguimos viviendo en Cataluña, que seguimos creyendo que, con lo que se ha hecho con el 155, no hay bastante para reconducir el problema catalán, en orden a que se restituya en esta autonomía la normalidad; no sólo respecto a su deriva independentista, sino también a aquellos aspectos que venimos denunciando y que parece que, si no se toman medidas ahora, que sigue vigente la intervención estatal en Cataluña, resulta más que evidente que ya no se tomarán si, como hay grandes posibilidades que suceda, los vencedores de los comicios son los mismos que fueron los responsables de que se tuviera que poner en marcha, con todos los retrasos y obstáculos con los que se hizo, vuelvan a ser los que dominan la Generalitat y el Parlamento catalanes.
Mucho nos tememos que los partidos constitucionalistas, si es que se les puede llamar así, hayan decidido poner parches en el problema catalán, para ganar tiempo. En este caso, el que parece que tendría todas las de perder es el PP desgastado por las dos legislaturas de gobierno; duramente castigado por la serie interminable de casos de corrupción que no parece que vayan a terminar nunca y, algo que va resultando evidente, con el gran deterioro experimentado por el señor Rajoy, no sólo en cuanto a los votantes del resto de los partidos sino, incluso por los simpatizantes y votantes del propio PP, que estiman que es necesaria una fuerte catarsis del partido en la que, todos los actuales dirigentes se eclipsaran del mapa político y fueran sustituidos por nuevas caras y algunas de las viejas ( Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz, María San Gil, Arantza Quiroga y muchos otros que, incomprensiblemente, fueron apartados de la primera fila de la dirección del partido por resultar incómodos a algunos de los nuevos integrantes del gobierno formado por Rajoy) que, con toda seguridad hubieran contribuido a que muchos de los errores cometidos por estos neófitos aprendices de políticos, se hubieran evitado si hubieran evitado que asuntos, de suma importancia, se fueran manteniendo en hibernación aunque se sabía que, tarde o temprano, saldrían a la luz.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, mucho nos tememos que el TS deje de escuchar los argumentos de los fiscales y ponga en libertad a todos estos secesionistas que, por otra parte, han demostrado su pusilanimidad, su poco coraje y escaso aguante, mostrándose dispuestos a aceptar el 155 que todos habían rechazado, burlándose de él, y aceptando no salirse del ordenamiento legal en sus campañas para las elecciones del 21 D y, posteriormente, en el ejercicio de las funciones públicas que les correspondieren. Todo apariencia, todo mentira y nada que estén, en realidad, dispuestos a seguir. Una tomadura de pelo que, no obstante, es muy posible (ojalá me equivoque) que sirva para que los dejen libres para reanudar sus maquinaciones hasta que, a la menor ocasión que tengan de volver a plantear su ruptura con España, n a prevaricar sin el menor remordimiento. Una pena que, evidentemente, se deberá a la estulticia y la mojigatería de los que no han sabido sacarle todo el jugo a este artículo constitucional, por la aplicación del cual tantos esfuerzos se han gastado para que, al final, todo quede en agua de borrajas.

 

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