La España triste y decadente del sanchismo socio-comunista
Miguel Massanet Bosch.
Mientras Aragonés y Junqueras se dedican a acabar por su cuenta con las alianzas separatistas en Cataluña, en el resto de la nación española el pesimismo se va haciendo dueño de un pueblo que ya se está empezando a dar cuenta de que, en cuanto a recuperación económica, nada hay de las promesas sanchistas de una vida mejor en manos del socialismo, tampoco nada de positivo de su alianza inesperada con los comunista bolivarianos de Podemos, que no ha sido otra cosa que uno de los errores garrafales más de los que ha venido cometiendo, con una persistencia letal y descorazonadora esta izquierda, absolutista, revanchista y feminizada que nos gobierna y que ha decidido que, por decisión unánime del sanedrín feminista de la señora Montero, España se haya convertido, de la noche a la mañana, en el mayor centro de perversión moral de toda la comunidad europea.
El señor Pedro Sánchez está consiguiendo algo que, sólo hace unos meses nos hubiera parecido imposible. De ser el ídolo de las mujeres, de ser el paradigma de modelo de la apostura y la simpatía varonil, en pasar a ser algo amorfo, inquietante, peligroso y poco fiable que, curiosamente, ha dejado de impresionar y enamorar a sus devotas femeninas, para convertirse en el adalid del engaño, de la falta de confianza, del peligro para las economías domésticas, transformándose, a causa de la presión de una oposición ingeniosa, que ha sabido ponerlo en el brete de tener que recular en su plan de aumento de impuestos, para recurrir al “yo más y mejor” que, por supuesto, pone en cuarentena su preconcebido plan de aumento de los impuestos para este otoño, con la evidencia de que este cambio súbito de política económica, viene obligado por la necesidad de intentar tener alguna posibilidad de victoria en los comicios municipales y, más tarde legislativos a los que tendrá que enfrentarse. Pese a todo, por mucho que lo viene intentando sus apariciones, contadas, en las calles vienen jalonadas por continúas pitadas y abucheos, que no hacen otra cosa que dejar patente la antipatía y el desprecio del pueblo, hacia un aspirante a dictador que lleva camino a que, más pronto que tarde si las cosas no cambian, convertirse en el dirigente de la oposición si es que, en su propio partido, se lo consienten.
Unos señores, los del actual gobierno de España, que el año 2021 por impuestos recaudaron más de 22.000 millones de euros más de los previstos y, por los datos oficiales que se nos están facilitando, durante este año 2022, se calcula que se podrá llegar, gracias a la simple inflación que estamos padeciendo, a más de 32.000 millones de euros complementarios de recaudación, tienen la cara dura de presumir de que van a devolver a los ciudadanos, a través de impuestos de tan escasa recaudación global, como son los del Patrimonio o el mismo de Sucesiones, un total que no va a superar los 2.000 millones de euros, ¿y de los restantes que han recadado de más no podrían mejorar el IVA de los productos básicos, por ejemplo, los de la compra?. Pero no lo harán porque ellos saben que para comprar votos necesitan tener unas reservas muy elevadas, aunque para ello deban recurrir al endeudamiento público en el que ya estamos en la apabullante cifra de dos billones cuatrocientos mil millones. Ya sabemos que hay a quienes esto no les preocupa porque es evidente que no se va exigir su pago de mediato, pero lo que no nos vamos a olvidar de pagar van a ser sus intereses que, tal como se presenta la situación financiera, es obvio que lo que van a hacer será subir y, en consecuencia, obligar al Gobierno a pagos más sustanciosos que tendrá que añadir a las previsiones de los PGE.
No hay indicios de que el problema energético que se le ha planteado a Europa lleve visos de solucionarse rápidamente. Alemania parece que confía en resolverlo, pero hay países del resto del mundo como es el caso de Sudán del Sur al que el conflicto ucraniano le está llevando a una situación insostenible, provocándole una crisis humanitaria a la que es muy posible que, por sus propios recursos no pueda hacer frente. Aquí en España nuestros ministros y demás gerifaltes no hacen otra cosa que decir que nos debemos despreocupar porque tenemos garantizado todo el gas que vamos a necesitar para el invierno que al que vamos a enfrentarnos. Hablan de que Naturgy tiene concertados contratos con la nación argelina, pero lo que no sabemos va a ser el precio al que vamos a tener que pagar este combustible y nos debiéramos de preocupar por la repercusión que pudieran llegar a tener, en nuestro suministro y en los precios que vayamos a pagar, el resto de acuerdos de Argelia con Italia y Francia, que se sabe que ya han concertado los mandatarios de dichas naciones.
Lo que viene subyaciendo desde hace meses es, por una parte, el optimismo descarado y pretendidamente trasmitido oficialmente por el Gobierno, respecto a la verdadera situación de nuestra nación y, por otra, lo que organismos de una solvencia tan reconocida como es el Banco de España, que viene actuando desde su centro de estudios económicos , como censor cualificado de las informaciones gubernamentales sobre aquellos datos que corrige, matiza, analiza y, si es necesario, rectifica para adaptarlos a lo que la razón, la técnica financiera y los estudios de su gabinete de investigación consideran como el verdadero estado de la nación que, posteriormente, constituirá la información que será facilitada por los servicios oficiales de la entidad.
Lo que se nos oculta, lo que sólo conocen minorías, las interesadas es, por ejemplo, el que el alza descontrolada de los precios están dejando desiertas casi 2.000 licitaciones de obras en un año; que la pugna entre la OCDE y el Gobierno, respeto a las pretensiones del Ejecutivo de incrementar las cotizaciones de las bases máximas, en un 8’6%, se juntan con las pretensiones de los Sindicatos de elevaciones de salarios que, posiblemente, puedan conducir a calentar el ambiente social durante lo que queda de año. Tampoco podemos dejar en barbecho el gravísimo problema de nuestra flota pesquera ante la prohibición por parte de Bruselas de faenar en aguas superiores a los 400 metros de profundidad, que pueden afectar seriamente a algunas de las especies de pesca que forman parte de nuestra dieta. Y que dejarán de poder capturarse desde el mes de enero del 2023.
Nadia Calviño y María Jesús Montero presentaron las grandes cifras presupuestarias en la Moncloa, unos presupuestos “con la mayor partida de gasto social de la historia, para reforzar el estado del bienestar” según dijeron ellas mismas. ¿Estado del bienestar? ¿Tienen la vergüenza de decirnos que, durante estos años en los que nos han gobernado, España ha ganado en “estado del bienestar”? También hicieron una previsión económica de crecimiento del PIB del 2,1%. Pero llegó el señor Gavilán del Banco de España y le aguó su fiestecilla particular, cuando rebajó a 1,5% el crecimiento del PIB, seis décimas menos que el ofrecido por las ministras. Cuando el ministerio de Economía, echando mano de su optimismo, anuncia que las previsiones en las inversiones de bienes de equipo y construcción ( calificadas por el ministerio como el “auténtico motor de la recuperación”) tendrán un incremento del 9,5%; es el propio Banco de España el que desinfla semejante incremento, dejándolo en un modestísimo 1,7% que, como es evidente, echa por tierra cualquier esperanza de una recuperación sostenible.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como, lejos de asumir una realidad que se nos viene anunciando, no solamente desde las distintas entidades económicas y financieras de nuestro propio país, sino que, desde el resto de Europa, Bruselas ,el BCE y el FMI se insiste en una política de ajuste del gasto público y contención del endeudamiento. En España, su gobierno, insiste en hacer lo contrario, lo que no puede menos que intranquilizarnos si, por añadidura, tenemos en cuenta que la lucha en Ucrania no parece que termine pronto lo que, seguramente, contribuiría a mejorar la situación actual.
Hoy escuchemos a Nicolás de Maquiavelo en aquella frase epatante: “La política es el arte de engañar”