La España desconocida. Las ciudades españolas de África y el Sáhara occidental
José Luis Orella. Existe un desconocimiento peligroso de la presencia española en África. Desde el año 42, el norte del vecino continente formó parte del Imperio Romano, y desde el 285, la parte tingitana dependía de la diócesis Hispaniarum. Después vendrán los vándalos, quienes dieron el nombre a Andalucía, y finalmente los musulmanes, que se enseñorearon de ambas partes del estrecho. Sin embargo, siete siglos después, la decadencia islámica se materializó en un puzzle de estados que fueron sucumbiendo bajo el empuje cristiano.
En 1415 Juan I de Portugal recuperaba la antigua ciudad fenicia de Ceuta. Por parte española, tras la unión de las coronas castellana y aragonesa, se liberaba en 1492 Granada, poniendo fin al poder islámico en la península. No obstante, desde los reinos norteafricanos, que dieron refugio a los musulmanes expulsos, la piratería berberisca obligó a la España renacida a seguir una política de aseguramiento de fronteras en el continente vecino. Pedro de Estupiñán iniciaba aquella política con la toma de Melilla en 1497. Será después, el cardenal Cisneros quien la prosiga bajo su regencia, y la de Fernando el Católico, con la ocupación de las plazas piratas de Mazalquivir (1505), Peñón de Vélez de la Gomera (1508), Orán (1509), Bugía (1510) y Trípoli (1510). Quien tomó parte en casi todas aquellas conquistas, fue Pedro Navarro, conde de Oliveto, natural de Navarra, al servicio de España, antes incluso de que el viejo reino pirenaico fuese anexionado. Este hidalgo navarro, es uno de los mayores ingenieros militares y artilleros de la historia militar española. Al cual se le atribuye el éxito de la conquista de aquellos nidos fortificados de piratas.
Los acontecimientos posteriores impidieron proseguir el avance africano. Pero las correrías de los piratas berberiscos provocaron la toma del Peñón de Alhucemas en 1673. Para entonces es el nacimiento del reino de Marruecos, cuando en 1660 los alauies, actuales gobernantes marroquíes, unificaron varios de los reinos norteafricanos formando el sultanato marroquí, que ocupaba menos de la mitad del actual reino, sin el Sahara occidental. De aquellos territorios, permanecieron para España, hasta hoy, las ciudades de Ceuta y Melilla, y los dos peñones. La ciudad de Ceuta, pasó a la monarquía española en 1580, como el resto del reino luso, pero cuando se independizó de España en 1640, Ceuta se mantuvo española hasta hoy. A estos territorios metropolitanos se añadirían por razones de seguridad contra la piratería, las islas Chafarinas en 1848 y la de Alborán en 1860.
Será a inicios del siglo XX, cuando las grandes potencias europeas se repartan el continente africano, cuando el sultanato de Marruecos quedó bajo protección francesa, excepto el norte rebelde a su dominio, que fue entregado a España. Estos territorios coloniales fueron devueltos en 1956 a Marruecos cuando recobró su independencia de Francia. No así las ciudades de Ceuta y melilla, ni los peñones, ya que nunca formaron parte de Marruecos, siendo españoles siglos antes de la constitución del primer estado marroquí en 1660.
La población de las actuales ciudades autonómicas es española, siendo la religión católica la mayoritaria, siendo su minoría bereber de reciente incorporación. La población de ambas ciudades norteafricanas ronda en torno a las 140.000 personas. En cuanto a los peñones, la población civil era de 300 en cada islote. Sin embargo, las dificultades obligaron a su población a instalarse en Ceuta y Melilla, siendo sus habitantes, personal militar exclusivamente.
SÁHARA, ELDORADO PERDIDO
Una rápida descripción del Sahara nos permite descubrir como aquel erial, hermoso para los exploradores, y recorrido históricamente por algunas tribus nómadas de larga ascendencia árabe, podría con el tiempo convertirse en un Eldorado, gracias al trabajo de miles de españoles que pusieron su ilusión en aquel territorio. La soberanía española en aquel desierto prestó su protección a una serie de tribus nómadas que de ese modo, después de haber evitado la soberanía del sultán marroquí, no querían quedar bajo la colonial francesa. Aquel enorme territorio planteó los problemas de controlar los límites y censar una población, que por los hábitos del lugar, quedan condenados a vivir del nomadeo continuo junto a sus camellos y sus cabras. En 1950, la administración española cifraba en 13.627 personas la población del territorio, de los cuales 1.120 eran europeos. Las poblaciones más importantes eran El Aaiun con 1.291 habitantes, Villa Cisneros con 922 y Villa Bens con 2.256. Tendría que pasar el tiempo, para que en 1960 se llegase a los 23.283 habitantes. Con aquellas cifras, había un par de matrimonios anuales de españoles europeos y una veintena de nacimientos, con respecto a la población autóctona, los matrimonios eran de doscientos cincuenta y unos quinientos nacimientos. Cifras que contrastan con las posteriores del censo de 1970, único reconocido para un referéndum por la ONU, donde la población total era de 76.425 habitantes, de los cuales 16.648 eran europeos y 59.777 autóctonos. La capital El Aaiun se había transformado en una moderna ciudad de servicios con 24 mil habitantes, de los cuales la mitad eran europeos.
El milagro de aquella transformación se debía a los fosfatos y a los recursos pesqueros. España estableció una alfabetización primaria casi universal, en todos los centros sedentarios para la totalidad de la población, a pesar de la dificultad de un territorio muy extenso con parte de la población viviendo de la trashumancia de sus rebaños. Sin embargo, era cada vez mayor la sedentarización de la población autóctona y la atracción que sufrían sus familiares más allá de las fronteras oficiales, en emprender una nueva vida ofertada por España. El Sahara disponía de una biblioteca, dos cines, dos campos de fútbol, dos piscinas, cuatro parroquias, dos conventos, tres capillas y tres mezquitas. El personal religioso católico estaba compuesto en su máxima amplitud por catorce capellanes militares y una decena de misioneros oblatos. De esto últimos todavía hay una minúscula representación. Antes era una iglesia naciente con varios miles de españoles y algún nómada converso. Ahora los técnicos extranjeros son los únicos asistentes a la única parroquia que celebra la Misa en inglés. Los tiempos de una provincia que crecía y se convertía en un polo de desarrollo acabaron con su abandono en 1975. La solución hubiese sido el establecimiento de un Estado Libre Saharaui, soberano sobre su gente, pero protegido por España en sus relaciones internacionales y defensivas. Tanto Marruecos como Argelia, peones de EEUU y la antigua URSS, han jugado sus bazas con la gente de aquel lugar. De momento, para la ONU, España sigue siendo la depositaria del Sahara, por la imposibilidad de reconocer un abandono unilateral, en desacuerdo con la opinión del pueblo saharaui.
CRONOLOGÍA
Siglo XV.- Establecimiento de Santa Cruz del Mar Pequeña por pescadores canarios
1884.- Se inicia la colonización española en Río de Oro.
1934-36.- Ocupación efectiva del territorio por parte española.
1956.- Se proclama la independencia del Reino de Marruecos.
1958.- Se designa al Sahara como provincia española
1965.- La ONU pide a España la descolonización.
1973.- El Polisario ataca Tifariti y en dos días de combates mueren 100 soldados españoles.
1974.- España anuncia a la ONU la intención de celebrar un referéndum.
16-X-1975.- Hassan II anuncia la Marcha Verde después de que el Tribunal Internacional de Justicia dictaminara que no existen vínculos entre Marruecos y el Sahara.
1-XI-75.- El príncipe Juan Carlos visita El Aaiún.
6-XI-1975.- La Marcha Verde cruza la frontera.
20-XI-1975.- Muere Franco.
11-XII-1975.- Tropas marroquíes llegan a El Aaiún. Mauritania invade el sur.
28-II-1976.- El teniente coronel Valdés arría la bandera española