La familia de Alexia da una lección al cine español
Redacción Madrid. 2 de Octubre.
Los hermanos de la niña Alexia González-Barros y González, cuya causa de beatificación se encuentra en marcha, han dirigido una carta al cineasta español Javier Fesser en la que protestan por manipular la historia de la menor y caricaturizar la actitud de la familia ante su fallecimiento ocurrido en 1985.
Alexia, hija menor de una familia perteneciente al Opus Dei, murió con fama de santidad luego de varios meses de lucha contra el cáncer. Fesser usó su historia, sin el consentimiento de la familia –a la que nunca contactó para buscar información-, en su nueva película titulada "Camino". La cinta fue presentada en el reciente Festival de San Sebastián, donde no obtuvo premio alguno, y será estrenada a mediados de octubre en España.
La película, que Fesser arguye es "pura ficción" presenta inequívocamente la historia de la niña y plantea que su causa de beatificación es un fraude. La cinta termina con una dedicatoria a la memoria de Alexia González-Barros y González.
Alfredo González-Barros González, quien firma la carta abierta en nombre de todos los hermanos de Alexia, se dirige a Fesser. "Me senté a ver tu rueda de prensa en el Festival de San Sebastián con un objetivo: quería oír cómo argumentabas ante los periodistas que nunca te pusiste en contacto con nosotros y por qué no has atendido nuestra petición formal de que retirases de tu película la referencia explícita a Alexia", sostiene.
En efecto, los familiares enviaron en el pasado una carta al cineasta y éste respondió que "ni desde la productora, ni desde la distribuidora hemos utilizado nunca ni pensamos utilizar el nombre de Alexia, ni hacer referencia a ella o a su proceso de beatificación como parte de la publicidad de la película". Sin embargo, sí usó el nombre de la niña.
El hermano deplora que el cineasta haya declarado a la prensa que la escena de la película en la que se presenta a la familia aplaudiendo ante la muerte de la protagonista, "se produjo en la realidad cuando murió Alexia".
"Me ha dolido en el alma por lo injusto y terrible de tal aseveración", indicó.
"No debería hacer falta que te diga que mi hermana Alexia no murió rodeada de aplausos. Murió rodeada de cariño. Cariño de sus seres queridos: padres y hermanos y con el silencio respetuoso de las enfermeras, doctores y enfermos que motu propio se acercaron a la habitación de Alexia", recordó.
El hermano agregó que la niña "murió mientras intentábamos tragar nuestras lágrimas, porque –no lo olvides– para nosotros era un verdadero drama el pensar en tener que soportar su pérdida".
"Ya ves qué actitud tan poco original. Una gran pena por la perdida de un ser muy querido. Y es verdad que el gran pesar de su pérdida solo se dulcificaba por el convencimiento íntimo de que Alexia había dejado de sufrir y estaba en el cielo.
Reconozco que esa es la ventaja de ser creyentes", indicó.
Asimismo, precisó que gracias a ser creyentes, "mis hermanos y yo podemos convivir y dialogar con personas que piensan de otro modo: nos educaron así".
Finalmente, ruega al cineasta "que rectifiques públicamente tu aserto –que quiero creer fruto de un grave error inocente por tu parte- de que los padres y hermanos de Alexia se despidieron de su hija y hermana con un aplauso. Es demencial llegar a pensarlo e inaudito que aceptáramos de nadie tal actitud hacia Alexia".
Por su parte, el crítico de cine y director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal, Juan Orellana, declaró a La Razón que el filme de Fesser tiene como "primera intención" presentar el proceso de beatificación de Alexia como un fraude. "Fesser decide que eso no puede ser, que hay engaño en el asunto, aunque sea involuntario, y que el Opus Dei ha utilizado a esta chica para inventarse una santa que diera impulso a su institución. Entonces teje una historia de ficción, en torno a una niña llamada Camino –como el famoso libro del fundador del Opus Dei. Fesser nos ofrece un patético boceto de un miedo a la muerte no resuelto, de una incomprensión nada inocente de una visión cristiana de la vida, de la enfermedad y de la muerte, y un rechazo agresivo hacia aquello que no comprende: el odio a la diferencia", indicó.
La historia de Alexia
Alexia González-Barros y González nació en Madrid el día 7 de marzo de 1971. Era la hija menor de siete hermanos. Sus padres, Francisco y Moncha, la educaron desde pequeña en un clima de libertad, cariño y alegría.
Fue una niña normal y divertida. Hizo su Primera Comunión el 8 de mayo de 1979 en Roma, junto al lugar donde reposan los restos de San Josemaría Escribá de Balaguer, a quien tenía mucho cariño y devoción.
Al día siguiente de su Primera Comunión, el 9 de mayo de 1979, se acercó a Juan Pablo II durante una audiencia pública en el Vaticano. El Papa la bendijo y le dio un beso en la frente.
Llevó una vida normal, estudiaba, hacía planes con sus amigas, veraneaba con su familia y sus abuelos. Tuvo la oportunidad de peregrinar con sus padres y sus hermanos a Tierra Santa. Estuvo en Belén, donde cumplió una de sus grandes ilusiones: besar el lugar donde nació Jesús.
En febrero de 1985, se le declaró un tumor maligno que la dejó paralítica en muy poco tiempo. Tenía solo 13 años de edad. Fue sometida a dolorosos tratamientos y cuatro intervenciones quirúrgicas en solo diez meses.
Todo lo afrontó con paz y alegría. Aceptó su enfermedad desde el inicio y ofreció su sufrimiento por la Iglesia, el Papa y los demás.
Falleció en Pamplona, rodeaba por su familia, el 5 de diciembre de 1985.
Su causa de beatificación fue introducida en la arquidiócesis en 1993 y actualmente se encuentra en Roma.