La fecha del gran Armagedón catalán: 27 Septiembre
“Hoy, el Apocalipsis ha dejado de ser una mera referencia bíblica para convertirse en una posibilidad muy real. Nunca antes en el acontecer humano se nos había colocado tan al límite, entre la catástrofe y la supervivencia.” Javier Pérez de Cuellar.
Miguel Massanet Bosch. Se podría decir que Catalunya ha sido tocada por la mano de la diosa mexicana de la mala suerte, Mayáhuel, o que la diosa griega Atea ( en griego: ruina, insensatez, engaño) la diosa de la fatalidad, decidida cebarse en ella y no abandonarla hasta que de ella no quede un ápice de sus antiguo esplendor; devorada, como hizo Saturno con sus propios hijos, por quienes han pretendido, movidos por su locura independentista, convertirla en un verso suelto dentro de la ortodoxia de los versos rimados. Lo cierto es que, aún proponiéndoselo, sería imposible crear una situación más aberrante que la que, en la actualidad, existe dentro de esta autonomía, si es que se nos permite utilizar tal término cuando, para unos, es una nación independiente; para otros, debería ser un estado federal dentro de una confederación española y, para la Constitución y los que todavía creemos en su validez, una simple autonomía de la nación española.
Es evidente que el entramado político que, hoy en día, existe en la región catalana, seguramente sería motivo de un estudio de doctorado en politología como ejemplo de lo que no se debe hacer, de la manera de conseguir que una comunidad acabe arruinándose y de lo que, en sociología, se podría considerar como el paradigma de la forma más eficiente de enfrentar a unos ciudadanos con otros, crear odios entre ellos y destruir las familias de la forma más eficiente posible. El primer responsable de este desaguisado en el que estamos metidos los catalanes, fue el señor Artur Mas que, enrabietado por el fracaso conseguido en la anteriores elecciones autonómicas, en las que su partido perdió 12 escaños, se lanzó, sin pensar en las consecuencias, a proclamar su intención de conseguir la independencia para Catalunya. Desde entonces todo se puede decir que ha ido manga por hombro ya que, en lugar de gobernar a los catalanes y ocuparse de sus problemas para intentar resolverlos; todo el ámbito político de la autonomía (tienen registrados la friolera de 125 partidos distintos) ha estado enfrascado en conseguir encontrar algún hueco legal por el que conseguir el camino a la independencia y, los contrarios a ella, empeñados en impedirles que se salgan con la suya.
Lo cierto es que, desde las últimas autonómicas, el Parlamento de Catalunya está formado por: CDC, UDC (recientemente separada de la anterior), ERC, PSC, PP, ICV-EUiA, C´s y CUP-Alternativa. Entre tanto parece que ha irrumpido con fuerza el grupo de Podemos que ha formado parte de la agrupación BComú que ha aupado, a la alcaldía de Barcelona, a Ada Colau, una activista profesional, distinguida en su lucha contra los desahucios, que ya ha dado muestras de lo que está dispuesta a hacer que, como ella ya dijo, consistirá en no cumplir con las leyes que a ella no le parezcan bien. Como era de esperar, toda esta diferencia de programas electorales, complicado con la intención de conseguir una lista unificada de cara a las anunciadas elecciones de 27 de Septiembre, ha sido la causante de continuas discusiones respecto a quien se va a llevar el gato al agua cuando se celebren los comicios. Llevan meses, si no años, discutiendo entre CDC, ERC y el partido de Durán cómo se debe enfocar la consulta independentista. El TC, el TS, el Parlamento español ya han coincidido en que no existe medio alguno para que Catalunya pueda intentar separase de España. Advertencia que también han confirmado desde Bruselas y las principales naciones de la UE, advirtiéndoles que una Catalunya fuera de España no va a tener cabida dentro de la Europa comunitaria.
Contrariamente a lo que pretende Artur Mas ( el astuto) consistente en utilizar a las izquierdas independentistas para que le ayuden a conseguir la victoria, para después desprenderse de ellas para seguir gobernando con mayoría de CDC; no parece que le vaya a resultar tan fácil como a él le parece. Veamos, si ya el señor Raúl Romeva, ”, un comunista acérrimo con misión de “cabeza de turco, parece que se puede negar a ceder su puesto de primero en la lista conjunta, para cedérselo al señor Mas, en el caso que consiguieran la mayoría necesaria; ahora aparece otro personaje, un tal Luis Rabell, presidente de las Asociaciones de Vecinos de Barcelona, que ha sido elegido por la candidatura “Catalunya si puede”, un grupo que se presenta apoyado por Podemos, ICV y EUiA, con el que no se contaba, pero que parece decidido a crear problemas y que estará por ver si, llegado el momento, estaría dispuesto a aliarse con el independentismo catalán.
Por otra parte, no parece estar claro qué es lo que sucedería si los partidos, no independentistas, del Parlamento Catalán, en el caso de que el “no” a la propuesta independentista, como es muy probable que se produzca, llega a materializarse. El partido del señor Ribera, que anda jugando un juego muy peligroso de amagar y contraamagar, como ha sucedido hoy, cuando ha votado en contra de una propuesta de C.Cifuentes del PP, aunque fue uno de los que la apoyó en su investidura como presidenta de la comunidad de Madrid. El señor Ribera, al que hemos alabado en numerosas ocasiones, tiene el peligro de “morir del éxito” y no saber valorar sus posibilidades electorales para luchar con éxito con los dos partidos tradicionales, que se han ido alternando en el gobierno de España, el PP y el PSOE. Sería una lástima que tanto el PP catalán (actualmente con pocas expectativas de mejorar su posición en el Parlamento catalán) el PSC y C’s no tuvieran la necesaria flexibilidad para que, si ganase el “no” al independentismo, no fueran capaces de unirse para poner en Catalunya un gobierno de centro que acabase, de una vez, con esta locura de deriva independentista que viene azotando, con grave perjuicio para su desarrollo, a la comunidad catalana.
Es cierto que, en estos últimos días, se ha notado un cambio importante en la reacción de las instituciones a medida que la fatídica fecha del 27S se va acercando y, en Catalunya, parece que se vuelve a producir una reactivación, que durante estos últimos meses parecía amortiguada, en pro de conseguir la independencia. Posiblemente sea verdad lo que, las últimas encuestas, vienen señalando respecto a un aumento notable de las personas que se apartan de la opción secesionista, seguramente alertados de las graves consecuencias que, para los catalanes, traería una aventura fuera de Europa y separada de España; sin embargo no debemos olvidar que la grave preocupación que existe entre los españoles y catalanes que habitamos en esta autonomía respecto a los posible incidentes, ataques, presiones o amenazas que se puedan producir por los grupos de exaltados que puedan salir a las calles para evitar que, los que no aceptamos separarnos de la patria, tengamos problemas para ir a votar.
Lo cierto es que, no son precisamente buenas noticias lo que viene sucediendo en los ayuntamientos ocupados por nacionalistas y comunistas en los que parece que han decidido no cumplir con la ley y, como ha sucedido con el alcalde de Santiago, que se ha negado a entrar en la iglesia, cuando le correspondía hacerlo, no como particular, sino como representante de todos los ciudadanos de la ciudad de Santiago, en Galicia; den ejemplo de insubordinación al ordenamiento jurídico. Mucho nos tememos que ya no baste la firmeza de SM el Rey, al que aplaudo por sus palabras y su seriedad en los actos de Barcelona, ni las reiteradas advertencias de la Vicepresidenta, Sáez de Santamaría o del mismo señor Rajoy, respecto a que no se van a consentir aventuras independentistas. Mucho nos tememos que, si se quiera aplicar el 155 de la Constitución, y se van a tomar medidas para incapacitar a los nacionalistas que se niegan a cumplir con sus deberes constitucionales; sea preciso tener previsto un dispositivo disuasivo lo suficientemente numeroso y bien pertrechado para evitar que las calles de Barcelona y las principales ciudades de Catalunya se conviertan en verdaderos focos de terrorismo urbano, vandalismo y, no quisiéramos ser cenizos, de posibles agresiones a los transeúntes o a las fuerzas de orden público.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con gran preocupación como los ánimos se soliviantan a medida que se acerca la fecha crítica de las elecciones catalanas. España no puede consentir que las leyes que nos rigen sean olvidadas por quienes hace tiempo que dejaron de cumplir la Constitución y hoy ocupan cargos de importancia en la Administración Pública.