Fernando De Salas López. Fernando De Salas López. Doctor en Ciencias de la Información. académico de la Academia de la Diplomacia. Académico de la Real Academia de Doctores de España. El comienzo del segundo decenio del siglo XXI, puede ser un momento oportuno para reflexionar esta circunstancia, única en la Historia, de que estén presentes a la vez influyendo en la vida de los ciudadanos , varios acontecimientos singulares como son las revoluciones, entendidas como “cambio violento de las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación”.
En los momentos actuales convive y entremezclan sus efectos sobre los ciudadanos la Revolución Industrial, la Ecológica y la Digital, dentro del marco ideológico de la Revolución Francesa (1790 – 1800) cuyos conceptos de libertad, igualdad, fraternidad y propiedad, siguen vigentes en la sociedad actual. La línea del tiempo de cada una de ellas en sus comienzos es distinta, pero las tres coinciden y están presentes en el año 2015. Pudiera decirse que representan el pasado (la Industrial, comienza en Gran Bretaña hacía el 1750), el presente (la Ecológica realizada por Naciones Unidas empieza en 1972) y el futuro (la Digital, cuya antecesora la Informática aparece con el Ordenador en la década de los 60).
Como la extensión y contenido de los temas es extraordinariamente grande, voy a limitarme a mostrar que estamos en un periodo muy intenso de evolución, y que existen estas tres revoluciones, que se superponen a todas las actividades que los seres humanos estamos realizando en este momento, entre ellas la Conferencia del Clima de París, y que están sujetas a influencias variadas: desde los principios doctrinales, ideas políticas, ideas sociales, religiosas, realizaciones concretas como el cambio que ha experimentado la mujer como ser humano, buscando la paridad en todos los derechos y obligaciones con los hombres, etc.
Desde mi observatorio, voy a asomarme a cada una de las ventanas que permiten ver y contemplar los rasgos más acusados de estas tres revoluciones, para tratar de llevar a la mente del lector, que además de todos los problemas de tipo social, político, económico que le circundan individualmente, hasta los de su propio pueblo o ciudad, comunidad autónoma, o Estado al que pertenezca, permiten vivir y saber que existen estas otras características de revoluciones, que a su vez se influyen entre ellas y presentan muchas sub-revoluciones, de menor entidad y de menor importancia en el tiempo, aunque incidan muy violentamente también en los seres humanos. Ello sucede con el desarrollo de la Cibernética: “estudio de las analogías entre los sistemas de control y comunicación de los seres vivos y de las máquinas; y en particular, el de las aplicaciones de los mecanismos de regulación biológica a la tecnológica”.
Los adelantos de la Cibernética aprovechados por terroristas pueden producir los ciberataques capaces de neutralizar a todos los ordenadores existentes en un país como Estados Unidos, preocupan a todos los encargados de la Seguridad y Defensa de los países occidentales, igual o más que la intranquilidad que les causan los posibles ataque con armas de destrucción masiva. Dar esta visión global y divulgadora del recorrido histórico de estas revoluciones creo puede hacer comprender a los ciudadanos de los grandes Estados-Continente, como los ciudadanos norteamericanos, rusos, chinos, hindúes y también los europeos (aunque todavía no seamos un Estado – Continente propiamente dicho), como estas circunstancias nos están obligando a vivir de una manera especial, de la que no hemos tomado plena conciencia y, por otra parte, esto ha sucedido en la época de anteriores Revoluciones. Los hombres que vivieron en la Revolución Industrial observaban y “sufrían” los cambios, oponiéndose a gran parte a las innovaciones, por ser ignorantes del periodo histórico en que vivían. Y considero que tener conciencia de las tendencias internacionales en que se movieron, por ejemplo, Naciones Unidad al terminar la Segunda Guerra Mundial, anunciadas en la Carta de San Francisco de 1945, ayudó mucho a facilitar los cambios hacia el mundo nuevo que se avecinaba: el fin de los imperios coloniales; la construcción de la Unión Europea; la cooperación internacional económica y social; la organización de un orden mundial para el siglo XXI, etc.
Grandes utopías en su momento, convertidas hoy en realidad varias de ellas, como la actual Cumbre del Clima de París. Creo que es conveniente que los ciudadanos del mundo seamos conscientes de que la ONU es hoy una organización en crisis, desbordada por la gran multiplicación de misiones que lleva a cabo; graves problemas financieros; las soberanías nacionales obstáculo para la intervención en los conflictos, convertidos muchos en guerras civiles o el del grupo terrorista Daesh (acrónimo en árabe del autodenominado Estado Islámico); que los miembros del Consejo de Seguridad obran en función de sus intereses, etc.
Para salvarla, hay que reformarla, pues lleva 70 años de actuaciones beneficiosas para la humanidad, como las que realizan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y Diversificación, la Ciencia y la Cultura, siglas en inglés UNESCO, la Organización de Aviación Civil Internacional, siglas en inglés OACI, etc. No es posible vivir hoy sin que todos sus Organismos Internacionales funcionen adecuadamente. Esta fecha parisina, 30 de noviembre de 2015, entra en la historia cargada de ilusión de los 195 países que la componen. Muchos de ellos están convencidos de que el objetivo de la misma es lograr que no aumente la temperatura de las aguas marinas más de 2º C., antes de 2020.
Es definitivo para que nuestros hijos y nietos tengan un futuro de vida consolidado en cuanto a su bienestar físico. Fundamentalmente será necesario lograr la mayor participación de acuerdo en todas las cuestiones que nos afectan en las que ya en principio no parece fácil ponerse en ello, pues en el segundo día de funcionamiento de la Cumbre ya ha surgido la idea de la diferencia en el intento de sustituir el protocolo de Kyoto de 1998, a la idea actual de que hay que incluir medidas de reducción responsables del calentamiento del 100 % del planeta y no sólo a los países desarrollados. Ahora hay que tener en cuenta también a los considerados responsables de las emisiones globales que no fueron tenidas en cuenta en Kyoto y que se refieren a la ganadería, la deforestación y los usos del suelo en un conjunto del 24 % de las emisiones globales, según la ONU.
Como perteneciente a la ahora denominada cuarta generación “edades de más de 80 años”, estoy seguro que los representantes de los casi doscientos países asistentes a la Cumbre del Clima de París, son personas, hombres y mujeres, de espíritu abierto y concienciado del desafío que se nos ha planteado a la Especie Humana, ya que la Naturaleza tiene transcendencia vital para el desarrollo de las próximas generaciones. Van a permitirme que como un acompañante más, conocedor de sus esfuerzos para salvarnos a todos, como huéspedes que somos del planeta Tierra, les demos las gracias por los esfuerzos que están realizando que son los de mayor intensidad política y social, especialmente aquellos países que más están sufriendo las consecuencias del Cambio Climático, los países del Tercer Mundo.