Mª Carmen Fernández Bañuls
Hace unos días, el Parlamento de Cataluña ha sometido a votación, entre ellos, la continuidad o la prohibición de la Fiesta de los Toros. El resultado ha sido la prohibición, a partir del año 2012.
Además de ser una fiesta milenaria, (pues tenemos datos de que uno de sus comienzos fue en Creta, con el Mintauro), en nuestro país hay referencias del siglo XII. Estos señores, en un alarde de nacionalismo exacerbado, han acabado con una tradición de siglos, con una fiesta hermosa, llena de colorido, de magníficos toreros y subalternos, de grandes ganaderos, sobre la que han corrido ríos de tinta, desde siempre. Magníficos escritores, a lo largo de todos los tiempos han escrito magistralmente sobre ella. Me gustaría conocer la opinión de Andrés Amorós, por poner un ejemplo. Esto se ha llevado, como tantas cosas en este país como algo que derive hacia la Política. Al no poder conseguir la Independencia, por medios democráticos, ya que ello va en contra de la Constitución, han hecho posible este despropósito y han llevado a cabo esta “hazaña”, para de esta forma forzar al Gobierno al tan manido debate sobre la separación del territorio nacional. Así, al menos es como yo lo veo, aunque sé positivamente que habrá ciudadanos que no estén de acuerdo con mis postulaciones sobre este tema.
Como en todos los órdenes de la vida, la Tauromaquia también tiene sus detractores, los cuales defienden la teoría de que el toro sufre lo indecible en la lidia. Yo me atrevería a decirles a estos señores que, precisamente en ello radica la grandeza de esta fiesta. Además, no se olviden que el toro mata, y no sólo al ser lidiado, lo cual tienen asumido los toreros desde que empiezan a entrenarse, a aprender lo que es el trato con la fiera en el ruedo. Ha habido muchas ocasiones en las que, personas inexpertas han entrado, por desconocimiento en alguna dehesa y se han encontrado con un toro, que por algún motivo, estaba separado del resto de la manada, y al individuo en cuestión lo ha destrozado.
De todas formas, yo estoy segura de que en Cataluña existe también una gran afición a los toros, como de igual forma ha habido y hay, en cualquier lugar de este país gente a la que nunca le han gustado las corridas de toros. Señores, cuando se da esta circunstancia, pues simplemente no se va a presenciarlas, lo mismo que yo, jamás he asistido a un combate de boxeo.
La gran hipocresía de la que también han hecho alarde, es prohibir las Corridas y, sin embargo no hacer otro tanto con tantas fiestas, en las que también el toro sufre mucho, como por ejemplo, en la denominada fiesta de El Toro de Fuego o el Toro Embolat y tantas otras, cuyos nombres no recuerdo en este momento.
De acuerdo con esos argumentos, también se deberían cerrar tantos cotos de caza, prohibir la pesca, etc. Esos animales (conejos, perdices, jabalíes, ciervos, etc.) también son seres vivos y tendrían que tener el mismo derecho a la vida que el toro.
¿A algún parlamento de cualquier comunidad autónoma se le ha ocurrido debatir y llevar a votación estas prohibiciones?
En nuestro país creo que ahora se deben debatir problemas más urgentes y más acuciantes que éste.
Siento que Cataluña es un país de demagogos. El mío, España, no debe caer en esto.