Fernando Ballesteros. 13 de mayo. En los últimos días, he echado de menos algo de debate futbolístico en relación con la final copera de Valencia. Dos estilos contrapuestos, un equipo que lo puede ganar todo, otro que puede llevarse  algo después de mucho tiempo y en un fútbol, el moderno, del que su filosofía le ha desterrado de la elite. En fin, argumentos más que sobrados para una final apasionante.

Me he encontrado, sin embargo, muchos comentarios sobre lo que van a hacer las aficiones cuando suene el himno nacional. Sobre esto, mejor no decir nada. Ya se han encargado otros, desde sus púlpitos,  de llamar al mal tiempo y otro, Laporta, de echar más leña al fuego para que al final, igual si, tengan razón los pesimistas y nos tengamos que avergonzar a las diez menos cinco.

Espero que no. Lo que también ha habido, es mucho debate sobre Guardiola y su alineación del domingo y por aquí si que  no paso. Le echan en cara que no sacase a los suplentes ante el Villarreal, le culpan de la lesión de Iniesta y ponen sobre el tapete la posibilidad de que esté menospreciando la copa.

Pase lo que pase en Mestalla, ya les anticipo que si pierde el Barcelona, la culpa será de su entrenador que se va a llevar el primer revolcón mediático. Y se cumplirán varias máximas: en el fútbol, los motivos por los que te alaban pueden ser los mismos poco tiempo después por los que te crucifiquen, esa es una de ellas. La otra es que cuanto más ponderen tu trabajo, mayores van a ser los palos cuando lleguen. A Guardiola ya le están amagando y aún no ha perdido nada, cando le atizen van a ir a matar.

Y hablando de palos, los que puede dar el Athletic en Valencia, también han tenido su espacio en los medios estos últimos días. Menos de fútbol, del de verdad,  se ha hablado de todo. A las diez, saldremos de dudas. A las diez, sólo fútbol. Lo que nos gusta.