Paco Ochoa. 27 de marzo.

Es curioso como algunos músicos consiguen envejecer con dignidad y brillantez cuando los focos deslumbran menos y su popularidad se desvanece. Es entonces cuando desempolvan la acústica, olvidan exhibicionismos y otros condicionantes y se dedican a hacer la música que en realidad les gusta y que valoran un grupo de aficionados que saben apreciar la calidad más allá de Grammys, conciertos multitudinarios o campañas pro-Obama. Afortunadamente, todavía quedan casas discográficas con criterio y amor por su trabajo que editan los discos de artesanos y dignifican un negocio que cada vez tiene menos motivos para sentirse orgulloso. Ahora estamos de enhorabuena porque Jorma Kaukonen (uno de los grandes) acaba de editar su último trabajo.

Nuestro protagonista de hoy nació en Washington en 1940. Hijo de padre finlandés y madre judía,  pronto se trasladó a la Costa Oeste, donde se hizo famoso como guitarra solista de los muy psicodélicos Jefferson Airplane. Eran los años del rock acido y el joven Jorma disfruto lo suyo con los efectos especiales, los solos interminables y toda la parafernalia de la época hippie. Ya en los 70 formó, con su amigo el bajista de los Airplane Jack Casady, el grupo Hot Tuna que empezó como un proyecto de blues y acabó como trío eléctrico, replica americana de los Cream de Clapton. A partir de ahí, puso su guitarra al servicio de proyectos variopintos y dedicó cada vez más tiempo a dos de sus grandes pasiones: el blues y las Gibson sin enchufar.

Su novedad de este año va precisamente por ese camino: canciones de una austera belleza que lo mismo beben de las raíces que son composiciones actuales que, milagrosamente, encajan a la perfección con los clásicos. Rodeado de un grupo de músicos de excepción –entre otros el antiguo baterista de The Band, Levon Helm, y el acompañante de Dylan, Larry Campbell-, el gran Kaukonen logra una atmosfera cálida e intima en las que las canciones se suceden emocionando con discreción. Como ejemplo, les recomiendo comenzar la escucha por A Walk With Friends, un maravilloso instrumental que ya se encuentra, por derecho propio entre las mejores composiciones aparecidas este año