La Hija del Ministro acaricia el alma
Inmaculada Sánchez Ramos. Durante los veranos, todos aprovechamos para leer un poco más y… ¡cómo no!, yo, como medio mundo, este verano, he leído la trilogía de Milenium, al lo que, si nos os importa, dedicaremos otro espacio. Adelanto, no obstante, que no me gustó.
Sin embargo, tuve la oportunidad y el placer de leer, la novela “La hija del ministro” de Miguel Aranguren que, como es obvio, ha sido menos bombazo. Pero les aseguro que es mucho más profunda.
Es una novela romántica, que con la “excusa” de contar una bellísima historia de amor, nos relata una serie de vidas, entreveradas unas con otras, encajadas y desgranadas a través de la vida de Elvira, protagonista principal, hija de un ministro de Alfonso XIII.
El autor dibuja los personajes con magistral precisión, eso sí, utilizando rasgos sutiles, frescos, sin histrionismo. El autor se sirve de esta historia, ya hemos indicado que es una excusa, para presentarnos el verdadero tema de la novela que no es otro que el perdón, la austeridad y la templanza.
Aranguren nos muestra, a través de los personajes, el bálsamo que representa vivir en la paz de perdonar y ser perdonado. Nos presenta la austeridad como valor y la importancia de dejar al lado el rencor y la venganza. Nos presenta la Templanza con mayúsculas del Duque de Paraná -padre de Elvira-.
En definitiva, nos pasea por todo lo bueno y todo lo malo de lo que el ser humano es capaz de hacer, sentir y pensar. Paseo que trasiega, con placidez, con sosiego, sin estridencias, pese a lo dramático de muchas de las historias que allí se relatan.
Léanla, no se arrepentirán. Es una novela que acaricia el alma.