La identidad europea
José María Solanes. Frente a quienes sostienen que la Unión Europea no pasa de ser un agregado de países asociados por motivos de convivencia, Benedicto XVI y el sociólogo americano Philip Jenkins comparten la idea de que Europa es primordialmente una unidad espiritual alimentada por la identidad y los valores cristianos.
La herencia cristiana ofrece al Viejo Continente los recursos necesarios para afrontar los retos actuales. Entre otros, el Papa cita “la búsqueda del equilibrio entre eficiencia económica y exigencias sociales, la salvaguarda del medio ambiente y, sobre todo, el apoyo indispensable y necesario a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, y a la familia fundad en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Y concluye recordando que “Europa, más que un continente, es una casa espiritual”.
Algunos sociólogos modernos opinan que, en Europa, el cristianismo está hoy en retirada ante el empuje del Islam. P. Jenkins se muestra en desacuerdo con esta idea y a su juicio “hay pocas posibilidades de que Europa se haga musulmana”.
Jenkins manifiesta que no puede sostenerse la teoría de la islamización de Europa y la progresiva desaparición del cristianismo. Esta teoría procede de ciertas élites intelectuales europeas, que muestran simpatía hacía el Islam al tiempo que rechazan el cristianismo como un símbolo rancio de una Europa vieja. Sin embargo se da la paradoja de que el cristianismo no solo no desaparece de Europa, sino que se halla notablemente enraizado en África, Asia y Latinoamérica.
Según este sociólogo, ahora que la fe cristiana cuenta con otros competidores en Europa, tiene que mirarse como un continente de misión, necesitado de una nueva evangelización.